OBJETIVOS

Sin valoraciones

Es así como Badia et ál. (2001) afirma que la génesis social de nuestro pensamiento y el papel de los agentes mediadores en la calidad o en los déficits que presentan, en ocasiones, los seres humanos cuando piensan o aprenden está actualmente fuera de discusión. En este espacio se analiza otro factor. Se trata de establecer de qué manera se ejerce tal mediación y cesión de los propios dispositivos de aprendizaje y cómo esa forma de llevar a cabo tal mediación repercute, de una u otra forma, en las habilidades de autorregulación que los aprendices pueden llegar a desarrollar.

Acabamos de citar, entonces, un concepto clave en la noción de autonomía del aprendizaje, ya que el concepto de autonomía no se trabaja como independencia, sino como “la facultad de tomar decisiones que permitan regular el propio aprendizaje para aproximarlo a una determinada meta, en el seno de unas condiciones específicas que forman el contexto de aprendizaje” (Badia et ál., 2001, p. 55).

La facultad de poder gobernarse a sí mismo cuando se aprende se puede desarrollar gracias la capacidad genuinamente humana que permite, entre otras cosas, saber cuándo una información ya existe en nuestra memoria o es completamente nueva; explicar lo que se ha pensado para poder comprender un párrafo complejo; predecir cuánto tiempo nos tomará el estudio y la reflexión de algún tema particular; darnos cuenta de que no estamos entendiendo las instrucciones dadas por el tutor de alguna asignatura, etcétera. Esta capacidad recibe el nombre de metacognición y puede entenderse como la competencia que nos permite a los seres humanos ser conscientes de nuestra cognición, es decir, de algunos de los procesos y productos que elaboramos en nuestra mente.

Por otro lado, y como se mencionaba más arriba, la educación a distancia no puede ofrecer sus ventajas por sí sola, ya que depende además de ciertos factores que influyen en el éxito de esta experiencia de formación autónoma. Uno de esos factores es la motivación.

La motivación es uno de los procesos psicológicos que nos llevan a cumplir nuestros propósitos con una actitud activa frente a los retos que se nos presenten. La motivación será aún más importante en estos procesos de educación a distancia y en el nivel de especialización, ya que únicamente cuentas con tu propia disciplina y autonomía para poder cumplir los objetivos. En esta modalidad el estudiante no tiene que cumplir con horarios específicos, no hay profesores que de manera presencial —cara a cara— le pidan que cumpla con sus actividades, no se cuenta con compañeros que estén codeando al lado para prestar o no atención.

La motivación debe ser considerada como un aspecto de la educación que puede ser manejado por los mismos estudiantes para las actividades que se proponen y para su propio proceso de aprendizaje. Esto no representaría ningún problema ni para los estudiantes ni para los tutores, ya que es fundamental dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje.

Para ello es esencial tener claro el tipo de objetivos parciales que los estudiantes se plantean en la realización de algún trabajo. Deben ser objetivos realistas: ambiciosos pero que puedan ser logrados. Debe tenerse en cuenta también la correcta administración de fuerzas. Se puede exigir demasiado o demasiado poco de sí mismo, y se puede adaptar el ritmo de trabajo a la naturaleza propia. Incluso es posible usar la estrategia de recompensarse a sí mismo. Un buen maestro se preocupa por mantener un nivel elevado de motivación en sus estudiantes, planeando y planteando de forma correcta los trabajos. Esto nos lleva a hacernos una pregunta: ¿será que también los estudiantes aprenden a manejar por sí mismos, de manera correcta, su propia motivación? (Aebli, 1991).

La motivación se inscribe entonces como uno de los factores más importantes e influyentes en la modalidad de educación a distancia. En efecto, existen factores externos al individuo, que muchas veces no están bajo el control de la propia persona; en cambio, para esta modalidad se cuenta con factores más internos, como la motivación, que son los que llevarán a las personas a poder dar cuenta del proceso que han llevado. Debido a que es un factor intrínseco en el individuo, sobre este sí se puede ejercer un control personal, como lo menciona Rodríguez (2009) al decir que a “la motivación que origina el mismo sujeto se le denomina motivación intrínseca; está casi siempre relacionada con el deseo personal de satisfacer necesidades, intereses y expectativas y cuyos resultados se esperan disfrutar…” (p. 43).

La motivación se convierte en un factor que brindará satisfacción personal a los estudiantes inscritos en procesos de educación a distancia, asimismo logrará encaminar el desarrollo de actividades propuestas para tal metodología. Si no se cuenta con una motivación interior lo suficientemente óptima como para continuar en un proceso de educación a distancia, será muy fácil fracasar en este intento, ya que el estudiante no verá utilidad en lo que hace y se desprenderá fácilmente de ello. Con lamentación tendría que decir que este tipo de personas sin motivación interna plena solamente funcionarán en sus actividades y en su vida personal bajo satisfacciones externas a ellas (presiones sociales, satisfacer a otras personas, metas no muy claras, etcétera), lo cual llevará a que tengan muy pocas satisfacciones por sus logros personales.

En la educación a distancia encontramos otro factor de vital importancia y muy influyente dentro de este proceso, este factor sería la autonomía. Con la autonomía se hace referencia al momento en el que el estudiante toma conciencia de que su proceso de formación académica lo debe asumir él solo —con orientación, claro está—.

Todas las personas se encuentran constantemente tomando decisiones y llevando a cabo diversas acciones con autonomía. En ciertas situaciones se aplica dicha autonomía sobre aspectos de la vida diaria o elementales, y en otras se ejerce para tomar decisiones sobre proyectos más complejos y trascendentales. La autonomía se ejercita en casi todos los aspectos de la vida: el hogar, el trabajo, el estudio.

Con la presente investigación se pretende encontrar claridad en cuanto al significado de aprendizaje autónomo, y esto se facilita al revisar el concepto de autonomía. Para varios autores, la autonomía significa que las personas pueden fijar sus propias normas y reglas, así como también tienen la posibilidad de elegir por sí mismos las normas que van a respetar. Es decir, este concepto se refiere a la capacidad que tienen las personas para elegir lo que es valioso para ellas mismas, para realizar elecciones en sintonía con su autorrealización.

Sin embargo, es claro que no todas las personas poseen el mismo nivel de desarrollo de las habilidades para procesos de aprendizaje autónomo y, aparentemente, esta es una condición que varía dependiendo de las circunstancias y de las situaciones de aprendizaje.

La autonomía desempeña un papel fundamental dentro de contexto de la educación y la formación de las personas, ya que, como lo mencionan Ferroni, Velásquez y Chavarro (2005), el aprendizaje es un proceso autónomo donde el estudiante hace la apropiación de los conocimientos teóricos y los aplica a partir de la toma de conciencia sobre su responsabilidad por cuándo, cómo y cuánto debe aprender, para saber más y mejor sobre un área o un quehacer específico.

Se aprende autónomamente cuando el estudiante ha comprendido los contenidos, los textos, los conceptos, las actividades, sin que medie la presencia física de su tutor. Este proceso posibilita en buena parte la realización personal del proyecto de vida, porque contribuye a que se adquieran las habilidades propias para poder continuar con el proceso de aprendizaje por cuenta propia: desarrolla autodisciplina, autogestión, compromiso personal… aspectos que vistos dentro de un contexto educativo-formativo ayudarán a “formar” a las personas a lo largo de toda su vida. El proceso de aprendizaje nunca termina. Vemos ahora si para aprender necesitamos de la asistencia permanente a aulas, con profesores y estudiantes y cercanía física, o si por el contrario se cuenta con la suficiente autonomía para asumir este proceso de manera independiente.

Existen comportamientos que están motivados por la necesidad de aprobación por parte de otras personas, estos se pueden considerar como sintomáticos de dependencia emocional. En verdad, está comprobado que todos las personas requieren, en menor o en mayor medida, de alguna forma de aprobación externa como mecanismo de refuerzo o de validación de nuestros conocimientos y destrezas.

Cuando un estudiante autónomo e independiente está desarrollando un programa de aprendizaje, valora por sí mismo el nivel de avance o de logro en sus propósitos de formación (autoaprobación) y por tanto es emocionalmente independiente. En la medida en que acuda al profesor en busca de aprobación estará empleando un menor grado de autonomía.

La autonomía influye de manera considerable en un proceso de educación a distancia pero que continúa con la dualidad enseñanza- aprendizaje. En este sentido encontramos que el aprendizaje también se convierte en un proceso continuo, independientemente de la metodología que se utilice. En la modalidad de educación a distancia, el aprendizaje no se centra únicamente en la presencia física de los docentes y estudiantes; estos personajes ya no se tienen que desplazar a las aulas de clase, sino que la universidad se desplaza y llega a sus hogares, a sus sitios de trabajo o a sus centros de estudio. Por esta razón el presente trabajo sostiene la tesis de que la “educación a distancia reduce las distancias” (Rodríguez, 2009, p. 40).

Se les exige entonces a los estudiantes un alto nivel de aprendizaje autónomo, siendo ellos mismos quienes escogerán sus sitios de trabajos, los tiempos necesarios para desarrollar sus actividades, la metodología y sus estrategias de aprendizaje. Como refiere Rosalba Rodríguez (2009): los estudiantes aprenden por su propia cuenta y, así mismo, tienen más responsabilidad y adquieren un cierto grado de autonomía en el aprendizaje” (p. 77).

A pesar de que el estudiante es el verdadero responsable de su propio proceso de conocimiento, no debemos desconocer la importante labor de los tutores, pues una de las esencias de la educación a distancia es la mediación del docente. Se requiere de un aprendizaje independiente, pero ello no significa aislamiento, sino representación directa de la autonomía con orientación de parte de los docentes-tutores.

Los estudiantes dejarán de ser pasivos y se volverán más activos, ya que la educación a distancia brinda la oportunidad de desarrollar en ellos un nuevo comportamiento, siendo ellos mismos quienes buscan la información y logran cumplir los objetivos académicos del curso que se han propuesto (González y Heras, 2006).

Cada vez es más fuerte y radical el desplazamiento de las prácticas pedagógicas hacia un aprendizaje centrado en el estudiante, y por lo tanto se presenta un cambio en el papel del maestro. En este nuevo rol el docente no se debe dedicar a transmitir conocimientos o a instruir, sino a orientar el proceso educativo en ambientes en los cuales el estudiante sea capaz de identificar y decidir lo que quiere aprender y las condiciones en las que va a hacerlo.

Se parte de la concepción de que el estudiante es quien debe ser capaz tanto de identificar sus necesidades de aprendizaje como de acudir a las fuentes de información y a procesos de formación para satisfacer dichas necesidades. Bajo esta concepción, el aprendizaje no se limita a las cuatro paredes del aula, sino que los límites de esta se amplían a todos los escenarios en que interactúan los estudiantes; es decir que se tiene el mundo entero por aula de clases. Este tipo de aprendizaje se viene aplicando ampliamente en procesos de instrucción relacionados con la formación profesional en diversas disciplinas, el desarrollo de recursos humanos en la empresa, la educación continuada, etcétera.

Aebli (1991) refiere que lo anteriormente presentando sería parte de los contenidos inmediatos del aprendizaje autónomo. Sin embargo, para que haya un buen provecho de la educación virtual, se deben incluir algunas habilidades y actitudes adicionales, ancladas profundamente en la personalidad de los tutores. El aprendizaje autónomo se extiende también a los problemas de la psicología social y de la psicología de la personalidad. Se debe aclarar que no todo aprendizaje autónomo es un aprendizaje aislado. Por el contrario, si las personas continúan aprendiendo fuera de las instituciones educativas, se debe a que casi siempre se integran en grupos y asociaciones; colaboran y aprenden en el trabajo común.

En los párrafos anteriores se hace referencia a dos de los factores más influyentes dentro del proceso de la educación con modalidad a distancia, como la motivación y la autonomía —aunque existen muchos más—. A continuación referiré que, además de estos factores, en este proceso de formación educativa también actúan las habilidades con las que cuenta —o irá desarrollando— la persona que se inscribe en programas académicos a distancia. Una de esas habilidades es la comprensión lectora.

Por otro lado, Garduño (2005) complementa estos aspectos mencionando algunos componentes de la educación a distancia. En primer lugar, encontramos que en la educación a distancia el aprendizaje puede ocurrir sin la presencia física de alguna persona que desempeñe el papel de docente. Sin embargo, es necesario especificar que el uso adecuado de los métodos pedagógicos para la enseñanza a distancia se convierte en un aspecto fundamental en la estructura, organización y estilo de la comunicación. Además, el manejo apropiado de los recursos disponibles y la adaptación de las propuestas educativas a las condiciones de vida de los estudiantes serán aspectos que determinan la identificación de situaciones específicas de enseñanza-aprendizaje, lo cual se encamina a obtener la mayor efectividad posible para los actores del aprendizaje.

De esta forma se observa que en este tipo de modelos la sustitución presencial del docente es un aspecto fundamental, ya que, al no poder presentarse la comunicación presencial inmediata, la interacción entre tutores, asesores y estudiantes se debe establecer a través de medios de comunicación que no impliquen la presencialidad ni la sincronía, pero que incidan significativamente en el aprendizaje (Garduño, 2005).

Se pueden distinguir dos tipos de modalidades en metodologías de educación, una de ellas es la modalidad presencial y la otra es la modalidad a distancia. En la primera, las formas de interacción y de transmisión de conocimientos cuentan con una metodología en la que se llevan a cabo clases magistrales con interacción dialogante entre los docentes y los estudiantes, o en su defecto con el discurso del docente escuchado —con o sin atención— por sus estudiantes; estos encuentros se presentan en un tiempo específico y en un sitio físico. En la segunda, las interacciones entre los actores del proceso de educación (docente y estudiante) se dan de manera diferente. En esta modalidad, las interacciones y orientaciones requieren de otros vehículos, ya que la mayor parte del proceso —o su totalidad— se lleva a cabo sin emplear clases magistrales, sin la presencia de docentes ni estudiantes en sitios o espacios físicos (Rodríguez, 2009).

El material en el cual se basan los estudiantes de educación a distancia sustituye la presencialidad del profesor. El material se encuentra en su totalidad en documentos escritos, por lo cual los estudiantes deben prepararlos por cuenta propia y para ello deben tener un buen dominio del proceso lector y unas buenas competencias de comprensión lectora (Rodríguez, 2009).

Manrique (2004) refiere que existe una amplia oferta de modalidades educativas, y señala, en la promoción de las diferentes ofertas educativas utilizadas para la modalidad de educación a distancia, que una de sus características es el hecho de que promueve la autonomía de los estudiantes en sus procesos de aprendizaje. Este aspecto es importante, ya que hay una preocupación constante relacionada con la investigación sobre el significado e importancia que tiene el aprendizaje autónomo. Asimismo, se debe conocer bajo qué condiciones se logra un aprendizaje autónomo y si las actuales tecnologías de la información y la comunicación (TIC) logran favorecer la autonomía en el aprendizaje de las personas que participan para formarse usando la modalidad de educación a distancia.

Refiero en este marco conceptual una cita textual de la directora del curso SIUP (Sistema de Integración Universitaria de Posgrados) de la Especialización en Pedagogía para el Desarrollo del Aprendizaje Autónomo,

Rosalba Rodríguez (2009): “En educación a distancia la lectura se constituye en el proceso básico del acto académico, porque es, en esta habilidad donde radica la posibilidad de interpretar y comprender el texto escrito (editado o digitalizado)…” (p. 86)

En la presente investigación no es posible retomar cada uno de los factores que influyen para que se dé un proceso exitoso en la educación a distancia. Sin embargo, se considera pertinente mencionar el siguiente aspecto en relación con las competencias individuales y relacionales que deben presentarse en un buen proceso de este tipo de educación según Padilla (2008). Tal mención se hace con el objetivo de orientar a quien desee, “autónomamente”, ahondar en este tema, a saber:

 

 

La autonomía del aprendizaje se refiere a la capacidad de un individuo para dirigir y controlar su propio proceso de aprendizaje de manera independiente. En el contexto educativo, un aprendiz autónomo es aquel que asume la responsabilidad de su propio aprendizaje, toma decisiones informadas sobre cómo, cuándo y qué aprender, y busca activamente recursos y experiencias para mejorar sus conocimientos y habilidades:

  1. Autorregulación: Los aprendices autónomos son capaces de regular sus propios procesos de aprendizaje. Esto implica establecer metas, monitorear el progreso, identificar estrategias efectivas y ajustar su enfoque según sea necesario.
  2. Motivación Intrínseca: La autonomía del aprendizaje está estrechamente relacionada con la motivación intrínseca, es decir, el deseo interno de aprender impulsado por el interés y la satisfacción personal, más que por recompensas externas.
  3. Toma de Decisiones: Los estudiantes autónomos son capaces de tomar decisiones informadas sobre su proceso de aprendizaje. Esto incluye la selección de materiales, la elección de métodos de estudio y la planificación de su tiempo de manera efectiva.
  4. Flexibilidad y Adaptabilidad: La autonomía del aprendizaje implica la capacidad de adaptarse a diferentes entornos de aprendizaje y utilizar diversas fuentes de información. Los estudiantes autónomos son flexibles y capaces de ajustar sus estrategias según las necesidades y desafíos que enfrentan.
  5. Autoevaluación: La reflexión sobre el propio aprendizaje es fundamental para la autonomía. Los estudiantes autónomos son capaces de evaluar sus propias fortalezas y debilidades, identificar áreas de mejora y establecer metas realistas.
  6. Colaboración: Aunque la autonomía implica la independencia en el aprendizaje, también puede incluir la capacidad de colaborar de manera efectiva con otros. Los estudiantes autónomos pueden buscar y aprovechar oportunidades para aprender de sus pares.
  7. Habilidades Metacognitivas: La autonomía del aprendizaje implica la conciencia y el control de los propios procesos cognitivos. Los estudiantes autónomos desarrollan habilidades metacognitivas que les permiten planificar, monitorear y evaluar su propio aprendizaje.
  8. Desarrollo de la Curiosidad: Los estudiantes autónomos tienden a tener una actitud curiosa y un deseo de explorar nuevos temas. La autonomía fomenta la búsqueda activa de conocimientos por parte del aprendiz.

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