La neurología de la motivación

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LA NEUROLOGÍA DE LA MOTIVACIÓN

Las personas que padecen enfermedades o traumas cerebrales que les privan de la amígdala (pero dejan intacto el resto del cerebro) experimentan un trastorno motivacional. Son incapaces de distinguir entre lo que les importa y lo que les resulta irrelevante, entre lo que les mueve y lo que les deja fríos, en cuyo caso, todos los actos pasan a tener la misma importancia emocional y, en consecuencia, todo se vuelve neutro. El resultado es una apatía paralizadora o una entrega incondicional e indiscriminada a todos nuestros apetitos. Los circuitos nerviosos de la motivación —la brújula que nos ayuda a movernos por la vida— están ligados a los lóbulos prefrontales, el centro ejecutivo del cerebro que proporciona el contexto y la adecuación necesaria a los impulsos de la amígdala . La región prefrontal alberga una serie
de neuronas inhibitorias que pueden vetar o adaptar los impulsos procedentes de la amígdala, agregando una dosis de cautela al circuito neurológico de la motivación. Así pues, mientras que la amígdala nos impulsa a actuar, los lóbulos prefrontales quieren saber antes de qué se trata.
Los trabajadores «estrella» se caracterizan por tres competencias motivacionales fundamentales:
• Logro: El impulso que nos lleva a mejorar o descollar.
• Compromiso: La capacidad de asumir la visión y los objetivos de la organización o el grupo.
• Iniciativa y optimismo: Competencias que movilizan a las personas para aprovechar las oportunidades y superar los contratiempos.

LOGRO

El impulso director para mejorar o satisfacer un modelo de excelencia.
Las personas dotadas de esta competencia:
• Se hallan orientadas hacia los resultados y poseen una motivación muy fuerte para cumplir sus objetivos y sus exigencias.
• No vacilan en afrontar objetivos desafiantes y en asumir riesgos calculados.
• Recaban la información necesaria para reducir la incertidumbre y descubrir formas más adecuadas de llevar a cabo las tareas en las que se hallan implicados.                                                                               
• Aprenden a mejorar su desempeño.

Manual de Inteligencia Emocional

El riesgo calculado
Existe un juego que consiste en lanzar un aro y encajarlo en un poste clavado en el suelo que, cuánto más lejos se halle, más puntos brindará al lanzador que, por cierto, debe colocarse a la distancia que considere oportuna. Pero, aunque parezca un juego bastante inocente, las personas que tienen un exceso de confianza en sí mismas suelen colocarse muy lejos de sus posibilidades, mientras que los excesivamente cautos se ponen demasiado cerca y, en consecuencia, por más que acierten, siempre terminan logrando muy pocos puntos.
Las personas que destacan en el desempeño de su actividad —las que están dispuestas a afrontar las novedades— se sienten incómodas en posiciones que sofocan este impulso. Y, en  opinión de Lyle Spencer Jr. — colaborador, durante mucho tiempo de McClelland —: « La mayor parte de los trabajadores de una cadena de montaje que recibieron una adecuada formación para aumentar su motivación de logro terminaron abandonado su trabajo y creando su propio negocio. Y lo mismo ocurrió con un grupo de ingenieros informáticos de IBM ».
Los emprendedores natos consideran posible algo que los demás consideran un riesgo absurdo. Cuando el inventor sueco Leif Lundblad firmó su primer contrato con Citibank estaba completamente seguro de poder entregar a tiempo la primera partida de cajeros automáticos pero, según comentó, después de fijar la fecha, «la gente del Citibank me dijo que, en su opinión, sólo tenía un 10% de probabilidades de lograrlo».
El impulso que nos lleva a mejorar es un pensamiento recurrente de los empresarios que los lleva a tratar de mejorar continuamente. Consideremos a este respecto las conclusiones de un estudio sobre cincuenta y nueve empresarios —pertenecientes en su mayoría al campo de la investigación científica— que habían aprovechado sus conocimientos sobre las nuevas tecnologías para crear sus propias empresas. Cinco años después de haber abierto su propio negocio, los que habían logrado una puntuación más elevada en motivación de logro (los que estaban interesados en aprender algo de su actuación para el futuro y se fijaban metas definidas) eran también los que más habían prosperado, ya que sus ventas habían superado la cifra del millón de dólares al año, el número de sus empleados rebasaba las cincuenta personas o habían terminado vendiendo la empresa y obtenido substanciosos beneficios. Por el contrario, el desarrollo de las empresas de quienes habían obtenido una baja puntuación en motivación de logro era muy pobre, ya que sólo tenían cuatro empleados o menos, habían malvendido su empresa o sencillamente se habían rendido.

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Estructuras Cerebrales Claves en la Motivación

  1. Sistema Límbico:
    • El sistema límbico es fundamental para las emociones y la motivación. Incluye estructuras como la amígdala, el hipocampo y el hipotálamo, que son responsables de procesar y regular las emociones, los recuerdos y los impulsos básicos. La amígdala, en particular, está vinculada a la respuesta emocional a los estímulos externos, lo que puede motivar el comportamiento en función de experiencias emocionales previas (recompensa o castigo).
  2. Corteza Prefrontal:
    • La corteza prefrontal, que se encarga de las funciones ejecutivas (planificación, toma de decisiones y control de impulsos), juega un papel crucial en la motivación dirigida a objetivos a largo plazo. Es la parte del cerebro que nos permite posponer recompensas inmediatas para lograr metas más significativas, lo cual es un componente importante de la autorregulación, una habilidad clave en la inteligencia emocional.
  3. Núcleo Accumbens:
    • El núcleo accumbens, parte del circuito de recompensa del cerebro, está estrechamente relacionado con la motivación y la sensación de placer. Cuando anticipamos una recompensa o alcanzamos una meta, esta estructura se activa, liberando dopamina, el neurotransmisor asociado con la recompensa y la satisfacción.
  4. Hipotálamo:
    • El hipotálamo regula varias funciones autónomas del cuerpo, como el hambre, el sueño y la temperatura, pero también influye en la motivación mediante la regulación de hormonas que controlan las respuestas al estrés y la energía. El equilibrio adecuado de estas hormonas es esencial para mantener altos niveles de motivación y energía para actuar.

Neurotransmisores y Motivación

  1. Dopamina:
    • La dopamina es el neurotransmisor más directamente asociado con la motivación y el sistema de recompensa. A menudo denominada la «molécula de la motivación», la dopamina se libera cuando se anticipa una recompensa, lo que genera el impulso necesario para continuar persiguiendo metas. Además, la dopamina ayuda a reforzar comportamientos que han sido exitosos en el pasado, lo que es crucial para desarrollar hábitos motivacionales.
  2. Serotonina:
    • La serotonina también está vinculada al estado de ánimo y la motivación. Bajos niveles de serotonina pueden llevar a estados de ánimo negativos, como la depresión o la ansiedad, lo que a su vez reduce la motivación. Un nivel adecuado de serotonina favorece un sentido de bienestar y equilibrio emocional, lo que es importante para mantenerse motivado.
  3. Oxitocina:
    • La oxitocina, conocida como la «hormona del amor», juega un papel en la motivación social, fomentando la cooperación y las conexiones entre individuos. Este neurotransmisor está involucrado en la creación de vínculos emocionales, lo que puede aumentar la motivación cuando se trata de trabajar en equipo o colaborar con otros.
  4. Cortisol:
    • El cortisol es una hormona que se libera en respuesta al estrés. Aunque en pequeñas dosis puede aumentar la alerta y motivación, niveles crónicamente altos de cortisol pueden provocar agotamiento y una disminución en la motivación. La capacidad de manejar el estrés a través de la inteligencia emocional es crucial para mantener niveles de motivación saludables.

Inteligencia Emocional y Regulación de la Motivación

La inteligencia emocional juega un papel importante en la regulación de la motivación. La capacidad de reconocer y gestionar emociones, tanto en uno mismo como en los demás, influye directamente en la capacidad para mantenerse motivado. Aquí es donde entra en juego la autorregulación emocional, una de las competencias principales de la inteligencia emocional.

  • Gestión del Estrés: La habilidad para manejar el estrés de manera efectiva (controlando el cortisol) ayuda a mantener niveles de motivación estables. El estrés crónico puede agotar la energía y disminuir la motivación, mientras que la inteligencia emocional proporciona herramientas para enfrentarlo de manera más adaptativa.
  • Resiliencia Emocional: La capacidad de sobreponerse a los fracasos y persistir ante los desafíos es un componente central de la motivación. Las personas con alta inteligencia emocional son más capaces de regular sus emociones negativas (como la frustración o el miedo al fracaso) y continuar hacia sus objetivos.
  • Autoconciencia: Ser consciente de las propias emociones y de los factores que influyen en el estado de ánimo y la motivación permite a las personas ajustar sus comportamientos para mantenerse enfocados en sus metas. Una mayor autoconciencia también ayuda a reconocer cuándo es necesario hacer pausas o buscar nuevas fuentes de inspiración.

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