Etapa técnica

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Etapa técnica

La etapa técnica corresponde con lo que Colliere llama la mujer enfermera-auxiliar del médico (Colliére, 2009; Martínez y Chamorro, 2011) y con lo que otros autores tratan como el desarrollo de la enfermería moderna (Donahue 1996; Kozier, Erb, Blais y Wilkinson, 1999), guardando correspondencia con este período de la historia (siglos XV-XVIII). La etapa cobija una serie de hechos cruciales para el desarrollo de la humanidad, que, junto al descubrimiento de América, permitirían una ampliación del mundo conocido hasta el momento.

Incluye también grandes cambios económicos y sociales, producto de revoluciones como la industrial y francesa. Está presente también la colonización y la consolidación de grandes potencias económicas y militares. En esta etapa hay grandes cambios para las mujeres, pero todavía existían grandes barreras para su incursión en actividades públicas reconocidas.

Esta es la etapa clave en el desarrollo de la enfermería, porque es aquí donde Florence Nightingale y otro grupo de mujeres asumen la iniciativa que constituiría el antecedente de la enfermería profesional. Entre los cambios que se dieron entre la etapa vocacional y la moderna, la separación de los poderes políticos y religiosos fue uno de los aspectos que permitió que la enfermería emergiera (Martínez y Chamorro, 2011). Sin embargo, no se puede negar que el desarrollo histórico del cuidado enfermero se fundamenta en la continuidad de hechos del pasado y la manera en que las vírgenes-diaconisas, a las que se refiere Colliére como mujeres consagradas que escaparon al ámbito doméstico, sean varios siglos después una nueva forma de articular el oficio femenino con el cuidado, aunque con características diferentes y en el ámbito de la iglesia protestante.

El Instituto de Diaconisas nació en Kaiserwerth, Alemanía, y tuvo en Florence Nightingale su alumna más adelantada. El trabajo del instituto inició en las cárceles y fue aumentando poco a poco el número de integrantes, extendiéndose por toda Europa hasta llegar a Estados Unidos, África del Norte, Asia y Australia (Kozier, Erb, Blais y Wilkinson, 1999). La participación en el instituto incluía una serie de requisitos que incluían valores éticos y votos religiosos; la formación duraba tres años, y en esta se incluían aspectos de ética, doctrina religiosa y farmacología (Martínez y Chamorro, 2011). El servicio obedecía a la lógica altruista, ya que no recibían salarios.

La estudiante más famosa del instituto fue Florence Nightingale (1820-1910), conocida como la precursora en el proceso de profesionalización de la enfermería o del nacimiento de la enfermería moderna; también conocida como la dama de la lámpara2. Nacida en una familia de ricos e intelectuales, Nightingale fue preparada en el mundo de la filosofía, el lenguaje, la literatura y las artes. Se esperaba que asumiera el estilo de vida de las mujeres de su clase, pero ella sostuvo que había sido llamada por Dios a ayudar a los demás y mejorar el bienestar de la humanidad (Kozier, Erb, Blais y Wilkinson, 1999). Durante la guerra de Crimea, se le encomendó la tarea de reclutar enfermeras para que cuidaran los soldados y ella asumió la tarea adecuando las condiciones en las cuales se encontraban los enfermos, obteniendo resultados en los cuales la mortalidad descendió de 40% a 2% (Martínez y Chamorro, 2011).

Al finalizar la guerra, Nightingale recibió reconocimientos por su labor e inició una serie de actividades que le permitieron replantear algunos aspectos de las condiciones sanitarias. De la mano de la estadística demostró que en tiempos de paz los índices de mortalidad eran mayores en la población militar que en la civil (Martínez y Chamorro, 2011). En 1860 creó la Nightingale Training School of Nursing, los graduados se trasladaron a otros lugares a organizar hospitales y dirigir prácticas de enfermería. Estos esfuerzos transformaron la imagen de la enfermería, alcanzando un reconocimiento respetable para la mujer (Kozier, Erb, Blais y Wilkinson, 1999). Del trabajo de Nightingale quedaron un significativo número de manuscritos de los cuales el más conocido es Notas sobre enfermería: qué es y qué no es.

Etapa profesional

En esta etapa la enfermería se consolida como disciplina académica a partir de los elementos teórico-conceptuales y metodológicos que han sido descritos al principio de este capítulo. Durante su desarrollo optó por el establecimiento de una mirada interdisciplinar que le permitió ampliar su panorama para la comprensión y explicación del cuidado. Esta etapa es relativamente reciente e involucra los desarrollos de las últimas décadas, marcados por los cambios tecnológicos y la dinámica que ha establecido la globalización, en términos de la circulación de la información y la posibilidad de comparación de experiencias enfermeras de diferentes lugares del mundo.

El ámbito de actuación de la enfermería se desarrolla en cuatro actividades: la asistencial, pilar del ejercicio e identificación de la profesión. La actividad docente como parte de la necesidad de formación como parte de la ampliación y complejidad del sector salud. La actividad gestora o administrativa, relacionada con la organización y planificación, y, por último, la actividad investigativa a partir de la cual se profundiza en el saber enfermero, manteniéndolo al día, frente a los cambios tecnológicos y de la sociedad actual.

En esta etapa se incluye también el desarrollo de la profesión en el ámbito universitario, teniendo en cuenta las áreas de especialización y desarrollo de nuevo conocimiento, así como la profundización a partir del desarrollo de maestrías y doctorados y la actividad académica en general. En este contexto han emergido especialidades como la obstétrica-ginecológica, de salud mental, geriátrica, del trabajo, médico-quirúrgica, familiar y comunitaria, y pediátrica.

Como se puede apreciar, el propósito de estas cuatro etapas consiste en agrupar el desarrollo histórico del cuidado enfermero a partir de cuatro episodios marcados por las condiciones establecidas por el desarrollo histórico humano. Si bien se observan grandes diferencias entre uno y otro, no se puede negar la manera en que algunos elementos permanecen vigentes, aunque sin ser un decisivos en el quehacer profesional. La variedad de cuidados, así como la vocación existente en el desarrollo de la práctica profesional de diferentes países, es evidencia del cambio y la permanencia de elementos esenciales de la enfermería, pero también de la necesidad de ampliar la concepción del cuidado en el presente y en la historia.

Como ya se indicó antes, la historia de la enfermería es un campo que se ha venido consolidando en las últimas décadas, tal como lo evidencian las publicaciones en diferentes revistas del área y en menor medida libros y ponencias de una variedad de eventos académicos. Tras una consulta en base de datos como Scielo, Redalyc y Dialnet, publicadas en idioma español, se alcanzaron a identificar tendencias asociadas a las temáticas de este subcampo de estudio, al igual que un incremento en el número de publicaciones, y el surgimiento de enfoques que cada vez más apuntan a dimensiones específicas del desarrollo histórico enfermero.

Tabla 2. Resumen de las etapas de la historia de la enfermería

Etapa técnica

La primera tendencia la constituye el desarrollo de una historia nacional de la enfermería. En este balance predominan las iniciativas que buscan describir la historia de la enfermería en su etapa profesional, generalmente con intenciones de crear una caracterización nacional y con algunas intenciones de comparación y abordaje regional, tanto en el caso Latinoamericano, como hispanoparlante (Rodríguez, Mejías y Moreno, 2011; Gozalbes y García, 2013; Velandia, 2014; Moreira et ai., 2009; Do Prado, Medina- Moya, Martínez-Riera, 2011; Oguisso et ai., 2008).

Una segunda tendencia está marcada por el incremento de experiencias que buscan enriquecer el estudio de la historia de la enfermería, a partir del uso de enfoques específicos de otras áreas. Esta tendencia se puede denominar enfoques emergentes de la historia de la enfermería. Entre ellos se encuentran la historia cultural y social (Siles, 2010; Siles y Solano, 2012). La tercera tendencia, por su parte, se concentra en la historia de la educación o formación en enfermería, la cual, hace énfasis en los procesos educativos que han marcado el desarrollo de la profesión, tanto en términos del origen de la enfermería profesional, como del desarrollo y producción de posgrados del nivel de especialización y doctorado (Rodríguez, Mejías y Moreno, 2011; Do Prado, Medina-Moya, Martínez-Riera, 2011; Arias y Giraldo, 2007; De la Torre y Velasco, 1988; Durán, 1988; Serrano, 2012).

La mayoría de los estudios consultados, algunos de ellos referenciados en este libro, se fundamentan en revisiones sistemáticas o documentos institucionales recientes. Es decir, existe una gran distancia de los estudios históricos con documentos primarios, lo que le da poco peso y experiencia metodológica frente a este tipo de fuentes. De la misma manera, la historia oral o el acceso a otros documentos (como fotografía, audios y videos) son poco usados o referenciados como parte de las estrategias metodológicas, esto, sumado a lo anterior, advierte sobre la poca profundidad y detalle, así como el acceso a un tipo de información que es vital en la indagación histórica. Sin embargo, existen algunos trabajos que empiezan a tener en cuenta el cine y la literatura como parte del análisis histórico enfermero.

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