LA INTERVENCIÓN EN LAS SITUACIONES DE DUELO

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El Duelo

El duelo es el proceso por el que pasa una persona que sufre una pérdida. Se define como una reacción adaptativa natural, normal y esperable ante la pérdida de un ser querido.

Permite reestablecer el equilibrio roto con la muerte del ser querido. Prepara para vivir sin la presencia física de esa persona y mantiene el vínculo afectivo de forma que sea compatible con la realidad presente.
El duelo no es una enfermedad, aunque resulta ser un acontecimiento vital estresante de primera magnitud, que tarde o temprano hemos de afrontar, casi todos, los seres humanos.

Resulta especialmente relevante cuando se pierde a alguien muy importante en nuestra vida y, pese a ser algo natural, puede suponer un gran dolor, desestructuración y desorganización en la vida del doliente.
No requiere en la mayoría de los casos de intervenciones específicas, siempre que el doliente disponga de recursos adecuados tanto internos como externos para hacer frente a la pérdida. Sólo en un 10-20% de los casos suele presentar dificultades, derivando en lo que conocemos como duelo complicado o patológico.

El duelo es un proceso único e intransferible. Cada persona vive el dolor de una manera única, no hay dos duelos iguales de la misma manera que no hay dos personas iguales.

 

Manual de Atención Socio-Sanitaria

TIPOS DE DUELO. ETAPAS DEL DUELO

La enorme variabilidad del duelo depende de las características de la persona en duelo, su situación personal y antecedentes, de “quién” es la persona fallecida para el doliente, de las causas y circunstancias de su fallecimiento, de las relaciones sociofamiliares, y de las costumbres sociales, religiosas, etc. de la sociedad en la que vive. No obstante, podemos describir a grandes rasgos la evolución del duelo a lo largo del tiempo:

Duelo anticipado (pre-muerte).

Es un tiempo caracterizado por el shock inicial ante el diagnóstico y la negación de la muerte próxima, mantenida en mayor o menor grado hasta el final; también por la ansiedad, el miedo y el centrarse en el cuidado del enfermo. Este período es una oportunidad para prepararse psicológicamente para la pérdida y deja profundas huellas en la memoria.

• Duelo agudo (muerte y período alrededor de la muerte).

Etapa de desconcierto y embotamiento. Son momentos intensísimos y excepcionales, de verdadera catástrofe psicológica, caracterizados por el bloqueo emocional, la parálisis psicológica, y una sensación de aturdimiento e incredulidad ante lo que se está viviendo, como si fuera irreal, con una sensación de embotamiento que se asemeja a una especie de shock psicológico, es una situación de auténtica despersonalización. Algunos autores señalan el carácter funcional de esta conmoción como un elemento de protección ante la gran carga aversiva que supone el momento de la muerte, es como si esta conmoción tuviera una función anestesiadora del dolor. Esta primera fase puede durar desde unas pocas horas hasta algunos días.

• Duelo temprano.

Etapa de anhelo y búsqueda de la pérdida. Desde semanas hasta unos tres meses después de la muerte. Pasadas estas primeras horas o días, aún no se puede aceptar la idea de la pérdida, los hábitos y costumbres siguen estando relacionados con el ser querido, lo que produce una continua añoranza del fallecido, todo lo que le rodea le recuerda su presencia y apenas se puede pensar en otra cosa. Es un tiempo de negación, de búsqueda del fallecido, de estallidos de rabia y/o culpa, y de intensas oleadas de dolor y llanto, de profundo sufrimiento. La persona no se da cuenta todavía de la realidad de la muerte. Esta fase que puede durar entre tres y cuatro semanas se caracteriza por una gran ansiedad e inseguridad pudiendo aparecer ataques de pánico e hiperventilación.

• Duelo intermedio. Etapa de desorganización y desesperación.

Desde meses hasta años después de la muerte. A medida que va pasando el tiempo, y se van acabando las ceremonias y rituales de despedida y las personas de su entorno que constituyen su apoyo social se tienen que reincorporar a sus actividades habituales, es cuando ese empieza a ser conscientes de la magnitud de la pérdida, de lo que significa no poder volver a compartir momentos y experiencias con la persona fallecida, …

• Duelo tardío. Etapa de reorganización y recuperación.

Transcurridos entre 1 y 4 años, el doliente puede haber establecido un nuevo modo de vida, basado en nuevos patrones de pensamiento, sentimiento y conducta que puede ser tan grato como antes, pero sentimientos como el de soledad, pueden permanecer para siempre, aunque ya no son tan invalidantes como al principio. Las punzadas de dolor van disminuyendo en frecuencia e intensidad, empieza a mirar hacia el futuro en vez de hacia el pasado y a reconstruir su mundo, recuperando poco a poco la esperanza, estructurando el tiempo hacia actividades con proyección de futuro y permitiéndose un progresivo acercamiento a las emociones positivas, planteándose nuevos objetivos y la posibilidad de estar abierto a nuevas relaciones.

• Duelo latente (con el tiempo…)

A pesar de todo, nada vuelve a ser como antes, no se recobra la mente preduelo, nunca se vuelve al estado anterior a la pérdida, claramente hay un antes y un después, aunque sí parece llegarse, con el tiempo, a un duelo latente, más suave y menos doloroso, que se puede reactivar en cualquier momento ante estímulos que recuerden…

 

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