COMPETENCIAS INDIVIDUALES:

Sin valoraciones

COMPETENCIAS INDIVIDUALES:

  • Motivación
  • Responsabilidad
  • Decisión
  • Iniciativa
  • Actitud
  • Liderazgo

COMPETENCIAS RELACIONALES:

  • Espíritu de equipo y colaboración (sinergia)
  • Comunicación y relaciones interpersonales
  • Transmisión y difusión de la información
  • Capacidad para ordenar y estimular a los demás

Se hace necesario aclarar que todo lo planteado más arriba no tiene sentido si no se asocia con el factor más determinante de todo proceso de enseñanza-aprendizaje; en este caso, nos referimos al propio proceso de aprendizaje. Es sabido que el éxito en los procesos de aprendizaje se puede garantizar siempre y cuando se sustente con teorías sobre enseñanza- aprendizaje. En esta misma vía, una teoría sobre el aprendizaje resulta descriptiva, pues su propósito es explicar la manera como ocurre el aprendizaje; en cambio, una teoría de la enseñanza es prescriptiva, en el sentido de que establece las reglas, las condiciones del medio y la ordenación de los elementos que permiten transmitir conocimientos y habilidades, con el propósito de conseguir efectivamente resultados de aprendizaje (Garduño, 2005).

Existen importantes desarrollos sobre la manera como circula, se accede y se reelabora la información para producir conocimiento. Tales aspectos han permitido el surgimiento, entre otros, de nuevas concepciones sobre estrategias de aprendizaje y enseñanza, así como sobre las metas educativas, el papel que desempeñan los medios y los papeles que desempeñan tanto estudiantes como profesores. De esta manera surgen nuevos modelos pedagógicos. Esto es un fenómeno clave y bastante importante para las prácticas pedagógicas educativas que se apoyan en las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (Batista, 2007).

Batista (2007) cita a Flórez y Batista (1996) para referirse a la descripción de un modelo pedagógico. Estos toman en cuenta el principio de que no hay una pedagogía para la enseñanza, sino más bien una gran variedad de ellas, diferenciando entre lo que serían pedagogías y corrientes pedagógicas. De manera textual, estos autores comentan que las corrientes pedagógicas tienen concepciones comunes sobre:

  • Ciertas metas que se deben alcanzar, para beneficio de los alumnos y de la sociedad.
  • Estrategias o métodos de enseñanza para el logro de las metas: estrategias con la que se concibe que el progreso es facilitado por el medio natural, la acción social, el maestro, el alumno mismo, o mediante la interacción de dos o más de ellos.
  • La naturaleza del desarrollo humano.
  • Aprendizaje humano y la naturaleza y valía de los contenidos (ciencia, tecnología, arte y sistema de valores) a incorporar, asimilar, exponer, trasmitir o construir.
  • El rol que tanto el alumno como el maestro desempeñan en la relación pedagógica.
  • Los modos de promover la asimilación, validación o creación de conocimiento en los alumnos.
  • Los medios para evaluar el progreso de los estudiantes hacia las metas de formación y de conocimiento. (Batista, 2007, p. 24).

De todas formas, la relación entre enseñanza y aprendizaje se puede resumir en que el aprendizaje debe crear una fuerte motivación en los estudiantes para que se interesen por este; debe convertirse en un atractivo para las personas y seducir a quienes lo practican.

De igual manera, cabe mencionar otro aspecto relevante dentro de la formación de los estudiantes en modalidades de educación a distancia; se trata de ciertas competencias que deben poseer los docentes o tutores. Para nadie es desconocido que en la actualidad las competencias están en el boom del debate sobre enseñanza universitaria. El concepto de competencias está presente tanto en el discurso sobre la nueva educación superior y las maneras en que se espera que se formen a los estudiantes, así como en la redefinición de la figura y el rol que debe desarrollar el profesorado universitario.

En el primer caso se exige que, en lugar de llevar a cabo una formación orientada al conocimiento, se desarrollen procesos formativos que doten a los estudiantes de las competencias que mejoran su preparación para el ejercicio profesional y para la formación a lo largo de su vida. Es decir, se replantea la formación llevada al conocimiento, para trabajar en una formación orientada al aprendizaje (Zabalza, 2003).

Hasta el momento, se podría manejar la siguiente síntesis: lograr que los estudiantes sean más autónomos a la hora de aprender, es decir, que adquieran la capacidad de autorregular sus acciones para aprender, implica que se hagan más conscientes de las decisiones que toman, de los conocimientos que ponen en juego, de sus dificultades para aprender y del modo de superar tales dificultades. A pesar de esto se deben buscar procesos de aprendizaje teniendo en cuenta lo siguiente: ¿en verdad se promueve la autonomía en el aprendizaje en los diferentes contextos educativos, tal como se ha conceptualizado en el presente escrito?, o dicho de manera más directa, ¿se potencia en los estudiantes sus capacidades metacognitivas, transfiriéndoles habilidades autorreguladoras de planificación, supervisión y evaluación de sus procesos mentales y de toma de decisiones? (Badía et ál., 2001).

Las metodologías pedagógicas actuales deben propender a que los estudiantes aprendan no solo los contenidos, sino también el aprendizaje mismo. Los estudiantes deben convertirse en aprendices autónomos. Se debe trabajar fuertemente por llevar a que los estudiantes aprendan a aprender, pero realmente ¿qué se quiere decir con el proceso de aprender a aprender y cómo se relaciona este con el aprendizaje autónomo? Para encontrar una respuesta aproximada al anterior interrogante se cita a continuación lo que plantea Aebli (1991) en su libro Factores de la enseñanza que favorecen el aprendizaje autónomo, que puede ser considerado el pilar fundamental de la presente investigación:

¿Para qué aprender a aprender?

La primera reflexión es bastante simple; aprendemos a aprender para convertirnos en aprendices autónomos. Quien ha aprendido a aprender no necesita ya de alguien que le guié en el aprendizaje. Se ha convertido en un aprendiz autónomo, capaz de aprender por sí mismo[…] ¿para qué el aprendizaje autónomo?

1. Aprendizaje autónomo para aprender más. La primera idea es bien modesta. Los docentes no pueden orientar directamente todo el aprendizaje que se necesita en las instituciones educativas. Aunque lo esencial debe presentarse en las plataformas de las aulas virtuales, los alumnos deben y pueden, sin embargo, aprender otras cosas por sí mismos. Se sabe que en la medida en que los estudiantes trabajen de manera independiente, aprenden y experimentan más allá de lo que los contenidos nos transmiten directamente.

2. Aprendizaje autónomo como preparación para el trabajo. En la actualidad, la vida laboral, con su presión innovadora, los cambios tecnológicos y de mercado, exige una adaptación permanente por parte de los trabajadores. Operarios y técnicos deben aprender a manejar nuevas herramientas, y estas implican el aprendizaje de nuevas técnicas de trabajo. Tras un cambio de puesto deben familiarizarse con el nuevo campo de actividad. (p. 152)

Los cambios en las prácticas pedagógicas se vuelven cada vez más fuertes y radicales, y por eso prácticas se desplazan hacia un aprendizaje centrado en el estudiante. Este desplazamiento lleva a su vez a un cambio en el papel del docente o tutor, ya que este ya no se dedicará a transmitir conocimientos o a instruir, sino a orientar el proceso educativo en ambientes en los cuales los estudiantes sean capaces de identificar y decidir lo que desean aprender y las condiciones en que van a hacerlo.

Dos autores (Brocket y Hiemtra, 1993) desarrollan el concepto de aprendizaje autodirigido, en lugar de aprendizaje autónomo. En relación a este afirman que “la autodirección en el aprendizaje es una combinación de fuerzas tanto interiores como exteriores de la persona que subrayan la aceptación por parte del estudiante de una responsabilidad cada vez mayor respecto a las decisiones asociadas al proceso de aprendizaje” (p. 80).

Quien se encuentra en situación de aprendizaje debe lograr inicialmente algunos rendimientos, que implican competencia social y la motivación correspondiente. Se considera por tanto que también se prepara a una persona para el aprendizaje autónomo en la medida en que se le capacita y motiva a tomar parte y trabajar de manera responsable consigo mismo (Aebli, 1991).

Los procesos de aprendizaje autónomo implican unos mayores niveles de intervención de parte de los estudiantes en la determinación de procesos como planteamiento de objetivos, elección de procedimientos, análisis de recursos, evaluaciones y momentos de aprendizaje.

El otro brazo del proceso de aprendizaje es la enseñanza, y esta también debe tener un espacio esencial en la presente investigación. En cuanto a la enseñanza, se conoce que esta se vale de ciertas estrategias para llevar a cabo el proceso de aprendizaje en el estudiante, para ayudarlo a que este logre la apropiación de los contenidos que estudia en las asignaturas correspondientes.

Dependiendo de las estrategias utilizadas se podrá contribuir al desarrollo del aprendizaje autónomo.

El orden práctico de las estrategias, es decir, el desarrollo y puesta en práctica de las clases en modalidades a distancia o virtuales, no es un tema menor. Los docentes o tutores, aunque no tengan una aproximación presencial con sus estudiantes, deben dominar los contenidos de su materia. Igualmente, si no conocen y dominan determinadas, específicas y pertinentes estrategias de enseñanza, difícilmente pueden conseguir el objetivo prioritario de su función de enseñante, tutor, guía o docente: que sus estudiantes aprendan (Sevillano, 1995).

Dentro de los aspectos de la metodología de educación a distancia, como favorecedora del aprendizaje autónomo, se tiene que mencionar la diversidad de los estudiantes. Como los estudiantes son diversos y diferenciados, ya que se puede trabajar desde cualquier punto del país o del mundo, difícilmente valen las mismas estrategias para todos por igual. Se debe, por tanto, prever la implementación de diversas estrategias a los largo del los cursos respectivos.

Como la diversidad temática en una disciplina es rea!, es preciso adecuar las estrategias a los contenidos y viceversa. Hay que evitar la ilusión de que todas las estrategias son óptimas para todo, todos y siempre. En tal sentido se torna conveniente situar las estrategias donde deben estar, establecer la mejor para enseñar o aprender algo (Sevillano, 1995).

Sin embargo, el desarrollo de habilidades para el aprendizaje autónomo se puede presentar y potencializar en cualquier persona, ya que:

  • Hay personas que toman la iniciativa en el aprendizaje y, por ende, tienen más posibilidades de retener lo que aprenden que los estudiantes pasivos.
  • El hecho de tomar la iniciativa en el aprendizaje está más acorde con nuestros procesos naturales de desarrollo psicológico, por ello encontramos aspectos como los cognitivos y los metacognitivos de los seres humanos.
  • En la práctica, muchos de los desarrollos educativos más recientes sitúan la responsabilidad del aprendizaje en manos de los propios estudiantes.

El eje central de la presente investigación es analizar opciones adecuadas que puedan responder a estas realidades, es decir, que puedan aumentar la autonomía del estudiante en su propio proceso de aprendizaje, llevando a que este adquiera la capacidad de relacionar problemas por resolver y destrezas por desarrollar con necesidades y propósitos de aprendizaje, así como que busque la información necesaria, la analice, genere ideas para solucionar problemas, saque conclusiones y establezca el nivel de logro de sus objetivos.

Las personas adultas asumen una disposición diferente para aceptar su propia responsabilidad en procesos de aprendizaje y no necesariamente inician experiencias de aprendizaje con habilidades totalmente consolidadas para el aprendizaje autónomo. Sin embargo, una meta deseable para todo adulto es asumir mayor control de su propio destino; por tanto, los programas y los educadores de adultos deben dedicar parte de sus acciones a ayudar a los estudiantes a desarrollar habilidades para asumir elevados niveles de responsabilidad en su propio aprendizaje.

Se asume entonces que el punto de partida para todo proceso de aprendizaje está en el propio individuo, aunque no se puede desconocer la importancia del contexto social en el cual se realiza el aprendizaje, ya que dicho contexto proporciona el escenario donde este se va a desarrollar. En el entorno donde los estudiantes desarrollan sus actividades cotidianas se encuentran diversos elementos y recursos que pueden ser utilizados como parte de redes de aprendizaje con el propósito de efectuar intercambios informales de aprendizaje.

Con todo lo mencionado anteriormente, se alcanza a observar por qué se afirma que la educación a distancia contribuye al desarrollo del aprendizaje autónomo, y así la sociedad se encuentra más cerca de grandes y exitosos sistemas de educación. Lo que se debe tener claro es que es un sistema que requiere de ciertas características personales, para que el estudiante se logre afianzar en el proceso de aprender a aprender constantemente.

Para facilitar el desarrollo del aprendizaje autónomo, se debe tener en cuenta que uno de los factores importantes lo constituyen los recursos, los cuales se pueden reunir en cuatro grupos: están los audiovisuales, los individualizados, los institucionales y los que tienen que ver con el docente.

Entre los recursos audiovisuales que se pueden emplear: módulos de autoinstrucción, textos educativos, revistas, periódicos, videos educativos, videos interactivos, computadores, tutoriales interactivos por computador, redes electrónicas, televisión, radio. En cuanto a los recursos individualizados se destacan: viajes de estudio, visitas de observación, proyectos de aprendizaje, registros personales, juegos de creatividad, evocación estimulada, conversación con uno mismo. Por lo que se refiere a los recursos institucionales podemos anotar: bibliotecas, laboratorios, centros de práctica, aulas, auditorios, salones de proyección, bases de datos, conferencias presenciales, teleconferencias, audioconferencias, museos, grupos de debate, correo electrónico. Por último, en cuanto a las ayudas que se pueden emplear en interacción con el docente, estas también pueden ser de distinto tipo: tutorías a distancia, orientación para la realización de actividades de aprendizaje, debates en grupos de estudio (grupos colaborativos), comunicación telemática, informes de actividades realizadas y trabajos de investigación tanto formativa como aplicada que se pueden desarrollar desde este tipo de modalidades de estudio.

El objetivo central del aprendizaje autónomo es lograr que los estudiantes aprendan a aprender, lo cual conduce a la autonomía en el aprendizaje, para lo cual es indispensable ensañar a los estudiantes a que adopten e incorporen progresivamente estrategias de aprendizaje, enseñarles a ser más conscientes sobre la forma como aprenden, para que así puedan enfrentar de manera satisfactoria diferentes situaciones de aprendizaje (Manrique, 2004) a partir de la revisión teórica, encuentra algunas estrategias necesarias para el desarrollo del aprendizaje autónomo en modalidades de educación a distancia. A continuación se refieren tales estrategias:

  • Desarrollo de estrategias afectivo-motivacionales. Tales estrategias se orientan a que los estudiantes sean conscientes de las capacidades y estilos que ellos mismos tienen para aprender. También se orientan a que estos desarrollen autoconfianza en sus capacidades y habilidades, a que logren una motivación intrínseca hacia todas las actividades de aprendizaje que deben realizar y a que puedan superar las dificultades que se presenten. Estas estrategias fortalecen la voluntad del estudiante, el querer aprender (Alonso y López, 1999, citados por Manrique, 2004), y le ayudan a fortalecer modelos mentales (ideas, creencias, convicciones) positivos sobre sí mismos y sus capacidades de aprender. Si los estudiantes no están familiarizados con esta forma de enseñanza y aprendizaje, tales estrategias son fundamentales para fortalecer las actitudes hacia el aprendizaje autónomo.
  • Desarrollo de estrategias de autoplanificación. Estas estrategias están relacionadas con diferentes aspectos cuyos propósitos se encuentran encaminados en última instancia a lograr la formulación de un plan de estudio realista y efectivo. Este plan permitirá a los estudiantes conocer aspectos relacionados con las tareas y las condiciones en las que se deben realizar.

» Identificación de metas de aprendizaje propuestas para ser asumidas y reorientadas con el objetivo de que adquieran significación para los estudiantes. Puede darse de manera individual o en cooperativas.

» Identificación de condiciones físicas y ambientales para el estudio (tiempo disponible, horarios de estudio, recursos o materiales con los que se cuenta y variables ambientales).

» Análisis de las condiciones de las tareas asignadas: evaluar la complejidad de las actividades, secuencia a seguir, tipo de actividad, condiciones esperadas como resultado.

» Selección de las estrategias más convenientes y la forma de estudio para abordar los temas, basada en las condiciones anteriormente señaladas y las metas propuestas. Estas estrategias hacen referencia a cómo se deben enfrentar la lectura, el análisis e interpretación de la información; al manejo de las tecnologías de la información y la comunicación, a las habilidades de comunicación e interacción para un aprendizaje colaborativo.

  • Desarrollo de estrategias de autorregulación. Conducen a la aplicación de las estrategias seleccionadas para el estudio y el aprendizaje, y a la revisión continua de avances, dificultades y éxitos en las tareas, según las metas de aprendizaje que se hayan trazado. En estas estrategias se incluye la generación de alternativas de solución y previsión de consecuencias, la toma de decisiones oportunas de acciones o condiciones que deban ser modificadas para lograr sus propósitos.
  • Desarrollo de estrategias de autoevaluación. Se orientan a la evaluación de los estudiantes, de las tareas o actividades realizadas y de las estrategias utilizadas. Los estudiantes pueden comparar información obtenida y valorar la efectividad que ha tenido su planificación y la manera como participaron en sus respectivos cursos. También evalúan el nivel logrado en las metas de aprendizaje.

Para concluir, notamos la manera como se pueden lograr grandes cosas en espacios de educación a distancia, dejando de lado las excusas como la distancia, pues con la educación a distancia se nos brinda la posibilidad de que sea la educación la que llegue a nuestros hogares y no nosotros los que tengamos que desplazarnos a los establecimientos educativos.

Es indiscutible que, en los últimos años, ha retornado el gran interés por las investigaciones, debates y controversias alrededor de las ventajas y limitaciones de los procesos relacionados con el aprendizaje autónomo. De igual forma se han compartido, con los resultados respectivos, múltiples experiencias adelantadas en diversos países alrededor del mundo. Cada día es mayor el número de partidarios o de personas convencidas sobre estas formas de aprendizaje; sin embargo, también es necesario reconocer que hay quienes todavía son escépticos sobre los resultados y el grado de generalización de las prácticas autónomas.

Para cerrar, se citan textualmente ciertas conclusiones que plantean Contreras, Leal y Salazar (1999) en su libro Educación abierta y a distancia: alternativa de autoformación para el nuevo milenio, en relación con las experiencias en el desarrollo del aprendizaje autónomo:

  • Los estilos, enfoques y resultados de ciertas investigaciones varían dependiendo de las personas y de las situaciones de aprendizaje. Cada vez que se inicia un proceso de aprendizaje se encuentra con nuevas necesidades de asistencia externa, iniciativa y reflexión personal en relación con nuestra actividad de aprendizaje.
  • Todas las personas poseen y pueden desarrollar, aun cuando en diferente grado, capacidades para la autonomía en sus respectivos procesos de aprendizaje. Esto implica tratamientos o atención diferenciada por parte de los profesores, orientadores o tutores.
  • La autonomía no es sinónimo de aislamiento de elementos o de factores externos, ni de autosuficiencia absoluta. Este tipo de aprendizaje se puede dar tanto individualmente como en grupos y en permanente interacción con diversos elementos del entorno.
  • La formación mediante procesos de autorregulación exige considerable tiempo y recursos para organizar las actividades de aprendizaje, pero a cambio se obtiene una buena cantidad de beneficios adicionales: mayor interés y retención, avance al propio ritmo, desarrollo de pautas propias para el planteamiento y solución de problemas, afianzamiento de la confianza y el concepto de sí mismo, disposición por iniciar y mantener de manera permanente procesos de aprendizaje por iniciativa propia.
  • Aun cuando un medio básico para este tipo de aprendizaje es el escrito, las actividades no se concentran exclusivamente en este y se pueden emplear múltiples opciones alternas: participación en grupos de estudio, viajes de estudio, visitas a entidades u organizaciones, colaboración con expertos, participación en debates, entrevistas, investigaciones, foros electrónicos, etcétera.
  • La autorregulación no implica pasividad, comodidad o inactividad por parte del tutor o maestro, por el contrario, exige asumir un papel activo, acciones de negociación con el estudiante, intercambio de puntos de vista, preparación de recursos y de medios, convalidación de resultados, fomento de actitudes analíticas y críticas en el alumno y demás acciones que favorezcan un aprendizaje de alta calidad.
  • Cuando se logra una adecuada comprensión del potencial que ofrece la autodirección en el aprendizaje y cada uno de los elementos interactuantes (estudiante, tutor, institución educativa) asumen con responsabilidad sus respectivas funciones, se deben obtener resultados de excelente calidad. Está demostrado que la mayoría de los estudiantes ponen en acción sus capacidades plenas y aplican el máximo esfuerzo con el propósito de lograr aprendizajes de alta calidad, cuando se les otorga confianza.
  • Entre las diversas opciones de aprendizaje que están al alcance de los adultos, aquellas que privilegian acciones de autonomía en la toma de decisiones con respecto a su propio aprendizaje se constituyen en la alternativa más adecuada para estos. (Contreras, Leal y Salazar, 1999, pp.144-145.)

 

 

Las competencias individuales son las habilidades, conocimientos, actitudes y comportamientos que una persona posee y que le permiten desempeñarse de manera efectiva en distintos contextos, ya sea en el ámbito profesional, académico o personal. Estas competencias son esenciales para el desarrollo personal y profesional:

  1. Habilidades Técnicas:
    • Conocimientos específicos relacionados con una disciplina o industria.
    • Habilidades prácticas para realizar tareas específicas en el ámbito laboral.
  2. Habilidades Interpersonales:
    • Comunicación efectiva, tanto verbal como escrita.
    • Habilidades de escucha activa.
    • Colaboración y trabajo en equipo.
    • Empatía y habilidades sociales.
  3. Habilidades de Resolución de Problemas:
    • Pensamiento crítico y analítico.
    • Capacidad para identificar y abordar problemas de manera eficiente.
    • Toma de decisiones informadas.
  4. Adaptabilidad y Flexibilidad:
    • Capacidad para adaptarse a cambios rápidos y situaciones nuevas.
    • Resiliencia frente a desafíos y cambios inesperados.
  5. Aprendizaje Continuo:
    • Actitud de búsqueda constante de conocimiento y habilidades.
    • Capacidad para aprender de la experiencia y la retroalimentación.
  6. Liderazgo:
    • Habilidades de liderazgo, tanto en roles formales como informales.
    • Inspirar y motivar a otros.
    • Toma de iniciativa y responsabilidad.
  7. Gestión del Tiempo:
    • Planificación y organización eficientes del tiempo.
    • Priorización de tareas y proyectos.
  8. Resolución de Conflictos:
    • Habilidades para manejar y resolver conflictos de manera constructiva.
    • Negociación efectiva.
  9. Creatividad e Innovación:
    • Pensamiento creativo.
    • Generación de ideas innovadoras.
    • Apertura a nuevas perspectivas y enfoques.
  10. Ética y Responsabilidad:
    • Conducta ética en el trabajo y en la vida cotidiana.
    • Responsabilidad personal y profesional.
  11. Autoconocimiento:
    • Conciencia de las propias fortalezas y debilidades.
    • Reflexión sobre metas personales y profesionales.
  12. Inteligencia Emocional:
    • Reconocimiento y gestión de las propias emociones.
    • Empatía hacia las emociones de los demás.

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