Capítulo III Historia social de la educación y la práctica de enfermería en Santa Marta, 1994 -2015

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Capítulo III  Historia social de la educación y la práctica de enfermería en Santa Marta, 1994 -2015

 

Deibys Carrasquilla Baza
Haidy Oviedo Córdoba

Introducción

Este capítulo analiza el desarrollo histórico de la Facultad de Enfermería de la Universidad Cooperativa de Colombia y su articulación al sector salud en Santa Marta, durante el período comprendido entre los años 1994-2015. Para esto, se organiza en tres bloques: en primer lugar, describe la creación y desarrollo académico de la facultad, luego, identifica las características del sector salud en Santa Marta, con el fin de establecer el contexto de la práctica profesional de la enfermería en la ciudad. Al final, examina las representaciones sobre la profesión de enfermería, construidas por profesores y egresados en el transcurrir histórico del proceso formativo y el quehacer profesional.

El contenido de este capítulo intenta reconstruir los hechos que han permitido la formación en enfermería en la ciudad, interpretándolos como parte del proceso de movilización de un conjunto de personas por el reconocimiento y ejercicio de la práctica de la profesión en la ciudad. Se realiza un esfuerzo por contextualizarlos y asociarlos con cambios sociales y situaciones que, del orden nacional, han logrado influir decisivamente en la profesión: entre ellas, la implementación de la ley 100 de 1993, la ley 266 de 1996, el crecimiento demográfico y cambios generacionales e influencias tecnológicas, así como otros aspectos que han sido vitales en los procesos educativos de enfermería.

Parte del propósito del trabajo se inspira en alimentar el registro de la historia de la enfermería, dando cuenta de experiencias locales que puedan contribuir a ampliar el conocimiento sobre el tema. Sin embargo, no se limita a aspectos del proceso educativo exclusivamente, sino que se esfuerza por articularlos a la práctica de la profesión, bajo las condiciones del sector salud en Santa Marta y la coyuntura nacional influenciada por la implementación de la ley 100 de 1993. Se trata también, de dar cuenta de acciones colectivas que generalmente quedan sin evidencia o registro escrito. En ese sentido, se propone iniciar una arqueología del cuidado que poco a poco descubra las capas de las complejas y variadas iniciativas de enseñanza y práctica de la enfermería, en este caso, samaria.

Aspectos metodológicos

Este capítulo se desarrolla en el marco de la historia social, lo que quiere decir que asume un enfoque «desde abajo”, en el sentido que lo propuso el historiador E. P. Thompson (2002; 1997; 1989), refiriéndose a un enfoque de la historia que no se detenga en la versión de las élites, sino en el sector que trabaja y produce los hechos. De igual forma, incorpora tanto la perspectiva de los sujetos que a partir de sus testimonios posibilitan la reconstrucción histórica, como la descripción del contexto en el cual se fueron desarrollando los hechos y que permiten una mayor profundización y comprensión de los sucesos acaecidos. Aunque identifica hitos y personajes, no pretende limitarse a su exaltación, como es recurrente en la historia de la enfermería tradicional, sino que intenta resaltar el carácter colectivo existente en el proceso formativo y la práctica de enfermería.

Además de social, es también historia oral (Iturmendi, 2008), teniendo en cuenta que se refiere a hechos recientes, que pueden ser reconstruidos a partir de testimonios orales. En este sentido, se fundamenta en una variedad de relatos y se redacta de tal manera que, trate de guardar fidelidad frente a la forma en que fueron presentados. De esta manera, el documento está lleno de testimonios que describen ideas, sensaciones y sucesos sobre lo que ha sido la formación y la práctica de la enfermería. Además, se constituye en un diálogo en el que algunos de los participantes se hacen presentes a través de sus relatos y otros se fusionan con la narrativa de los autores. Esta polifonía, trata de hacer del desarrollo histórico de la enfermería en Santa Marta una historia contada por varias voces, pero que, ante la extensión del corpus, se seleccionan pequeños fragmentos (cada vez que se pueda). Es también una arqueología de una enseñanza del cuidado apócrifo o que no tenido quien la escriba.

Siguiendo las directrices de Thompson, quien ve la historia social, como antropología social (3), y teniendo en cuenta la afinidad de la historia oral con el método etnográfico, se recurrió a este último como estrategia de recolección de la información y preparación del documento escrito, siguiendo las indicaciones de Hammersley y Atkinson (2001) en la parte procedimental, y Guber (2011), desde su entendimiento de la etnografía como enfoque, método y escritura. De

esta manera, analizar el desarrollo histórico de la Facultad de Enfermería ha sido el proceso que inició con el desconocimiento estratégico de la profesión y de su proceso formativo, pero que poco a poco se fue conociendo, para que, en últimas, permita avanzar en el reconocimiento de las diferentes acciones dirigidas por un conjunto de personas, encaminadas a constituir múltiples generaciones de enfermeras/os para la ciudad, la región y el país.

Este capítulo se presenta como una etnografía del pasado a partir de narrativas del presente. Procura describir los hechos, bajo la riqueza del contexto y la inevitable comparación del pasado con el presente, que de paso resulta útil para resaltar los cambios y permanencias de lo ocurrido en los últimos 20 años. Es etnografía, como texto1, porque más allá de limitar la presentación de los resultados a una secuencia de datos, busca retratar el entramado de significaciones que giran en torno al pasado reciente de la enfermería, a partir de la esencia capturada de una gran cantidad de testimonios proveniente de distintos participantes.

En términos un poco más técnicos, se combinó la revisión documental con la entrevista semiestructurada. En la primera se accedió a archivos institucionales (informes, base de datos), material de la web, colecciones personales, bibliotecas y diarios de la ciudad (El Informador y Hoy Diario del Magdalena). Los documentos fueron digitalizados a través de una cámara fotográfica o el celular. Se realizaron 33 entrevistas a cuatro estudiantes, ocho egresados, veinte profesores (algunos de ellos también egresados) y un administrativo. Las entrevistas se orientaron a partir de un guion de entrevistas, visto como una orientación que permitiera generar una conversación, más que un formato interrogatorio. Las entrevistas fueron grabadas previo consentimiento, una de ellas fue a través de Skype y el resto presenciales.

Del estudio se derivaron dos trabajos finales de pregrado y dos informes producto de la modalidad de auxiliares de investigación. Un primer trabajo, realizado por Ceballos, Gómez y Monsalve (2015) exploró la primera cohorte, a partir de la descripción del proceso de creación del programa, la definición de hitos y personajes y las representaciones de la profesión. La segunda monografía, de Camargo y Amaya (2016) indagó en torno a la experiencia masculina en enfermería en el contexto educativo y laboral. En cuanto a los informes, Castañeda y Echávez (2017) reunieron insumos para caracterizar la experiencia laboral y práctica profesional de egresados de la Facultad, y Herrera y Ruíz (2017), por su parte, se dedicaron al estudio de las representaciones sociales de la enfermería en la prensa de Santa Marta. Todos estos trabajos hicieron parte del proyecto de investigación y lo documentos reposan en la biblioteca de la Universidad.

Para el análisis de los datos se organizó la información de acuerdo con cada objetivo específico. Algunos datos recopilados de la revisión documental tuvieron trato cuantitativo, a partir de la tabulación y graficación. Para lo demás, se realizó un cuadro de análisis, siguiendo el orden categoría-subcategoría-código. Las categorías fueron las predeterminadas en el estudio (desarrollo histórico, práctica cultural y representaciones culturales), los códigos (se presentan entre comillas a lo largo del texto) se definieron a partir de su aparición en el corpus (emergentes), y las subcategorías, a partir de la articulación entre categoría y código, definiendo, por tanto, aspectos clave del proceso argumentativo.

Por su carácter histórico, estuvo enfocado más a la reconstrucción de los hechos, entendiendo esto último como parte de la interpretación de la realidad recordada desde el presente, sobre lo ocurrido en el pasado. A partir de estas unidades o códigos y teniendo en cuenta su relación con las subcategorías y categorías, se construyeron mapas conceptuales que definieron la estructura argumentativa. Los memos o interpretaciones parciales se fueron añadiendo durante el proceso de escritura, conservando su relación con el código (11).

Desarrollo histórico de la Facultad de Enfermería en Santa Marta

Desde el año 1994, el programa de enfermería se ofreció de manera continua, a partir de las diferentes ratificaciones otorgadas por el Ministerio de Educación Nacional a través de los registros calificados (los más recientes 834 del 22 de enero de 2014 y 5245 del 5 de septiembre de 2006). Entre el año 1994 al 2015, el programa ha tenido un desarrollo marcado por las condiciones de la Universidad, la ciudad y el país, en materia de educación universitaria y salud, pero también de cambios sociales, económicos, así como el tecnológico. A continuación, se realiza la descripción del desarrollo histórico de la facultad, teniendo en cuenta los cambios mencionados y precisando en la perspectiva de docentes, estudiantes, egresados con el propósito de reconstruir esta experiencia de educación universitaria en enfermería.

Creación del programa: 1994

El Programa de Enfermería de la Universidad Cooperativa de Colombia – Sede Santa Marta, comenzó su proceso en el año 1994. Sin embargo, desde el año anterior se había iniciado la propuesta para su creación, como quedó plasmado en el acta 014 del 15 de septiembre de 1993 expedida por el Consejo Superior. La Universidad, en ese entonces, se encontraba ubicada en la sede Manzanares, en el barrio del mismo nombre, al lado del Batallón Córdoba, en un predio que el Consejo de Santa Marta había adjudicado para la labor educativa (Serrano, 2010). La tarea le fue encomendada a Mónica Caballero, enfermera egresada de la Universidad Metropolitana, quien se encontraba laborando en el Hospital Julio Méndez Barreneche y ya había tenido una primera experiencia en docencia universitaria.

En octubre o noviembre Darío Sarabia me llama y me dice que el doctor Angulo Maestre -que era el director académico de la universidad en ese momento-, está interesado en abrir el programa de enfermería en la ciudad, que, si puede concertar una cita con él, y yo le digo que claro, yo estoy disponible y no tengo ninguna dificultad, estoy trabajando aquí en Santa Marta. Efectivamente hacemos la reunión aquí en Casa Grande, debajo de un quiosquito me senté con el vicerrector académico de ese momento. (Entrevista Caballero, 2015)

La idea de crear el primer programa de enfermería en su ciudad natal fue tomada por Caballero como un reto, por lo que asumió la iniciativa inmediatamente. Una de las primeras decisiones fue conformar un equipo de apoyo, entre las cuales estuvo la enfermera Teresa Acosta.

Juntas revisaron el documento con el que posteriormente sería aprobado por el Secretario General del ICFES, Ramón Guillermo Angarita quien informa sobre la aprobación de la apertura del Programa de Enfermería en la Universidad Cooperativa de Colombia, en la Seccional Santa Marta, con el código N° 44104 (13). Desde entonces, el programa quedó registrado ante el Ministerio de Educación, para otorgar el título de enfermero (a).

Caballero y Acosta asumieron el reto, vislumbrando el panorama frente a las implicaciones de asumir la propuesta de iniciar un programa de enfermería en Santa Marta. Acosta consideró que «era una propuesta muy lista donde comenzamos con muchas expectativas, pero sentíamos que podíamos fallar en el intento, porque no teníamos mucho material dentro de la ciudad que nos pudiera apoyar y que siempre existía la rivalidad de aquella enfermera que no fue llamada a trabajar con nosotras” (Entrevista Acosta, 2016). Caballero, en la misma sintonía y los mismos sentimientos encontrados de emoción y preocupación, consideró que:

Es un reto personal, yo siento que eso a mí me tenía contenta, yo le tenía ganas, cuando mi cuñado me dice, Mónica hay posibilidades de abrir el programa de enfermería, ¿tú te le mides a eso? Yo le dije ¡claro que me le mido! Sobre todo que yo venía de academia, yo ya había sido docente, coordinadora de área, directora de grupo y en esos cuatro años entonces yo tenía ya una experiencia en el área administrativa que me permitía decirme a mí, yo asumo este reto porque tengo una formación académica. (Entrevista Caballero 2015)

Impulsadas por la emoción y la responsabilidad de iniciar la formación de su profesión en su ciudad, avanzaron en diferentes actividades que incluyeron revisión de la propuesta, balance de los recursos disponibles, revisión de planes de estudios ofertados por otras universidades, llamado a colegas jefes de departamento de otras instituciones y apoyo de la Asociación Nacional de Facultades de Enfermería (Acofaen). La apertura del programa significó también una revisión de la demanda, actividades de promoción por radio y visita a colegios, consulta de datos estadísticos sobre los egresados bachilleres y sus opciones, así como una variedad de alternativas de divulgación del programa. Los resultados se concretaron en las siguientes cifras: 57 inscritos de los cuales se matricularon 26.

Las clases comenzaron el 16 de febrero de 1994. La ansiedad de profesores y estudiantes llegaron a su fin ese día, cuando asistieron a la primera clase. Las profesoras, con el peso de una gran responsabilidad, se asombraron al ver la juventud y la inexperiencia juntas.

Mi impresión de ellas al verles la cara es que eran unas niñas que Dios mío…

Lo primero que pensé yo, permíteme hacer lo que tenga que hacer, lo que esperan ellas de nosotros, permíteme hacer lo que tengas que hacer para formar gente de bien, gente que salga con una bandera alta sobre lo que es el programa de enfermería, porque aquí es lo que surge enfermería en la ciudad y aquí surgen las futuras profesionales y futuras cohortes. Entonces yo las veía y decía: ¡Dios mío yo te las entregó porque tú eres el único que vas a saber a dónde va a llegar esto! Y la felicidad de ellas, para ellas era increíble que la universidad hubiese abierto en Santa Marta enfermería y para ellas era un sueño. (Entrevista Caballero, 2015)

La historia de las que en ese momento eran estudiantes contribuye a ampliar la perspectiva. La mayoría conocía poco de la universidad y varias de ellas tenían intención de estudiar enfermería en ciudades vecinas, como Barranquilla y Cartagena. Otras estaban interesadas por el área de la salud, más exactamente medicina. Se enteraron por terceros, por los mensajes de la emisora o las campañas realizadas en los colegios. Todas se presentaron ansiosas el primer día, un poco inquietas y agobiadas por la incertidumbre fueron sorprendidas por una prueba de conocimientos. Una de ellas recuerda que:

El primer día de clase te cuento que recuerdo muy pocas cosas vagamente, de pronto que era un grupo muy ruidoso, éramos muy folclóricos por llamarlo de alguna manera, éramos muy comunicativas, conflictivas como tú no te imaginas; diferentes de pensamiento, había de todo… Digamos que estábamos como que llenas de muchas expectativas que la universidad pues nos debía llenar en ese entonces, pero nos generaba a cada momento más incertidumbre y dábamos más preguntas como ¿qué vamos a dar el otro semestre, quién será el profesor este, sí será que esto está bien lo que están haciendo con nosotros? Nos sentíamos como el conejillo de indias, como que están experimentando con nosotras. Y nos preguntamos por qué nosotras no nos vamos y averiguamos en otra facultad, en otra ciudad, alguien que viaje y armamos nuestros combitos, los mini sindicatos, como para [mirar] y mandábamos los grupos; esta semana le toca ir a tal grupo a hablar con la decana a averiguar cómo vamos nosotros, como no está yendo, si estamos llenando las expectativas a ellos también, como nosotros como estudiantes porque no solamente era de la universidad hacia nosotros si no que nosotros también estábamos llenándolos a ellos, y nosotros decíamos, bueno, entonces si será que estamos haciendo las cosas bien. Dios mío entonces ahí fuimos de a poquito de a poquito. Éramos un grupo muy unido. (Entrevista Amador, 2015)

La Universidad Cooperativa de Colombia – Sede Santa Marta o «UCC”, como se le conoce en la ciudad, era poco conocida en el momento de la creación del programa de enfermería2. Había llegado a la ciudad en el año 1977 como el Instituto de Economía Social y Cooperativismo (Indesco), luego de haberse trasladado de la ciudad de Barranquilla donde no logró consolidarse la idea. Inició con programas técnicos, como Administración Social, del que alcanzaron a graduarse quince personas en su primera promoción (Serrano, 2010). Sin embargo, un par de años después se crea Administración de Empresas, que sería el primer programa profesional en la sede, y luego Contaduría Pública Contaduría Pública y Comercio Internacional en el año 1993.

El poco conocimiento de la sede, se debió, además de su tamaño y poca oferta de programas, a los cambios continuos de lugar de referencia, hasta que logró consolidarse en Manzanares (Calle. 32 N° 2 – 14). De igual forma, aunque en el momento de la apertura del Programa de Enfermería la Universidad ya tenía más de 10 años de funcionamiento en la ciudad, su presencia en los imaginarios urbanos no era muy amplia. Asimismo, la sede se encontraba ubicada en una zona poco reconocida, situación que no cambió con la apertura de la actual en el año 1996, en el sector de la Troncal del Caribe. En términos generales, la Universidad en sus inicios acudía a los pocos recursos de la ciudad para desarrollar las actividades formativas, tal como lo cuenta una de las estudiantes de la época:

Nosotras no dábamos muchas clases aquí [Sede Troncal], nosotras dábamos clase por toda Santa Marta, dábamos clase en el CAST [actual sede del colegio Liceo Samario]. Dábamos laboratorio en la Universidad del Magdalena, las clases de microbiología en el laboratorio de Patricia Martínez, que queda frente al CAI, por Los Pericos (barrio Los Ángeles), ahí quedaba el laboratorio, entonces, ahí dábamos las clases de informática, las dábamos en la Universidad Cooperativa en toda la 15 entre 4 y 3, un edificio viejo que hay en la esquina queda La Casa Verde [medicina naturista] bueno al lado de ese edificio era donde dábamos las clases de informática y la dábamos los sábados en la tarde. Deporte, nosotras veíamos deporte en I y II semestre, y deportes lo hacíamos en el seminario San José [colegio privado] que el profesor trabajaba allá, le daban la facilidad para prestarle el coliseo, entonces hacíamos las prácticas nosotras estábamos regadas por toda Santa Marta. (Entrevista González, 2016)

Por aquellos días Santa Marta enfrentaba los problemas de una ciudad pequeña colombiana, relacionados con el manejo de aguas lluvias, transporte urbano, entre otras. La universidad era poco visible, asociada con el Indesco, instituto técnico con el cual inició actividades en la ciudad. De igual forma, estaba ubicada en una zona alejada y poco representativa en la dinámica urbana de la ciudad. En términos generales era una ciudad «tranquila”:

En esa época Santa Marta era muy tranquilo, tenía mucho menos transporte que ahora, sí, ahora hay muchas más rutas, no había moto taxi… Técnicamente era una ciudad tranquila en las que nosotras podíamos ir a las comunidades y no teníamos miedo. Nos metíamos a Gaira a esos barrios, La Quemada, nosotras llegábamos hasta allá y nunca nos pasó nada en nuestra época, jamás nos corretearon, como si sucede ahora con las estudiantes que uno tiene que estar ojo visor a ver dónde las envías. En esa época era más tranquilo hacer la práctica en la comunidad y nosotras andábamos muy tranquilas, y nos respetaban con el uniforme. (Entrevista González, 2016)

Los inicios de la Facultad de Enfermería se desarrollaron en el marco de una gran expectativa de profesores y estudiantes. Las limitaciones en los recursos educativos, junto a la relativamente nueva universidad, así como la inexperiencia e incertidumbre, junto a la emoción y el orgullo que generaba ser la primera cohorte, dieron una gran carga de emoción al inicio del proceso. Esta receta de la experiencia educativa inicial, dibujó un ambiente frágil en los primeros días de clases, pero que poco a poco se fue disolviendo a medida que se daba el desarrollo de la facultad. En este sentido, desde sus inicios, la formación en enfermería no se asumió como una simple labor docente, sino como parte de una estrategia de reconocimiento de la profesión que involucraba no solo a profesores y estudiantes, sino a la ciudadanía samaría en general.

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