UNA CUALIDAD SILENCIOSA: LA INTEGRIDAD
Las muestras cotidianas de la responsabilidad — puntualidad, precisión, autodisciplina y cumplimiento de sus obligaciones — constituyen el rasgo distintivo de las personas que, en suma, hacen que las cosas sigan funcionando. Se trata, en definitiva, de trabajadores escrupulosos que cumplen las normas, colaboran y se preocupan por las personas con quienes trabajan, ayudando a los recién contratados o poniendo al día a los que regresan después de una ausencia, acuden puntualmente al trabajo, jamás hacen mal uso de las bajas por enfermedad y siempre terminan su trabajo en el tiempo previsto. La responsabilidad constituye el componente fundamental del éxito en cualquiera de los campos . Los estudios realizados sobre la eficacia laboral en la práctica totalidad de las profesiones —desde el trabajo semicualificado hasta las ventas y la gestión empresarial— demuestran fehacientemente que la eficacia depende, en gran medida, de la responsabilidad.
Se trata de una cualidad especialmente importante para sobresalir en el desempeño de aquellos trabajos que se hallan en los niveles más bajos de una empresa como, por ejemplo, el mensajero que jamás extravía un paquete, la secretaria que toma impecablemente los recados o el repartidor que siempre llega a tiempo. Los agentes de ventas de una gran empresa estadounidense de electrodomésticos que fueron más escrupulosos también fueron los que obtuvieron un mayor volumen de ventas. La responsabilidad nos brinda, asimismo, una protección en el convulso mercado laboral de hoy en día, ya que los empleados que poseen este rasgo suelen ser los más valorados. Así pues, cuando cierta empresa se vio en la necesidad de remodelar su plantilla, el grado de responsabilidad de los vendedores fue tan
decisivo a la hora de efectuar la selección como su volumen de ventas.
Las personas responsables se hallan nimbadas de un aura que les hace parecer mejores incluso de lo que realmente son. Es como si la confianza cosechada modificara la valoración de sus superiores, mereciendo una cualificación más elevada de lo que permitiría predecir la simple estimación objetiva de su rendimiento.
Pero, a falta de empatía o de habilidades sociales, la responsabilidad también puede acarrear serios problemas . Las personas poseedoras de esta cualidad exigen mucho de sí mismas y pueden empeñarse también en que los demás se adapten a su modo de trabajar y mostrarse sumamente críticos con quienes no lo consiguen. Por ejemplo, los trabajadores más escrupulosos de las fábricas de la Gran Bretaña y los Estados Unidos tendían a criticar a sus compañeros por los errores más triviales, algo que sólo contribuía a hacer más difíciles las relaciones.
Manual de Inteligencia Emocional
Cuando la eficacia, por último, adopta la forma de una ciega conformidad a las expectativas, puede convertirse en un serio obstáculo para la creatividad. En profesiones creativas como el arte o la publicidad, la espontaneidad y la apertura a las ideas aparentemente descabelladas resultan fundamentales. El éxito en este tipo de actividades exige, sin embargo, cierto equilibrio porque, a falta de la suficiente responsabilidad para llevar a la práctica sus ideas, las personas acaban convirtiéndose en meros soñadores, sin nada realmente creativo que aportar.
INNOVACIÓN Y ADAPTABILIDAD
Permanecer abierto a las ideas y los enfoques nuevos y lo suficientemente flexibles como para responder rápidamente a los cambios
Las personas dotadas de esta competencia
Para la innovación
• Buscan siempre nuevas ideas de una amplia variedad de fuentes.
• Aportan soluciones originales a los problemas.
• Adoptan nuevas perspectivas y asumen riesgos en su planificación.
Para la adaptación
• Manejan adecuadamente las múltiples demandas, reorganizan prontamente las prioridades y se adaptan rápidamente a los cambios.
• Adaptan sus respuestas y tácticas a las circunstancias cambiantes.
• Su visión de los acontecimientos es sumamente flexible.
Las competencia, emocionales de los directivos —es decir, su flexibilidad, capacidad de aceptar la nueva información (por más desagradable que ésta pueda ser) y una pronta capacidad de reacción sin caer en la defensa a ultranza de sus errores— resultan imprescindibles para superar aquellas situaciones en las que está en peligro la supervivencia de la empresa. Lo más frecuente, sin embargo, es la inercia organizativa , una inercia que hace que los ejecutivos interpreten erróneamente los signos que presagian los cambios —o bien teman asumir sus consecuencias— aun cuando éstos resulten ya evidentes.
La historia de la industria de la alta tecnología —tal vez la más versátil de todas— se halla plagada de casos de empresas cuya gestión no ha sido lo suficientemente ágil como para haberles permitido adaptarse a los cambios que se han producido en el mercado. Un ingeniero que trabajaba en Wang Laboratories en 1980 —un verdadero año triunfal para la compañía en el que obtuvo unos beneficios de tres mil millones de dólares en ventas— y que seguía en la empresa cuando ésta quebró, confesaba que las causas del fracaso había que buscarlas precisamente en estas cifras: «Fui testigo directo del modo en el que el triunfo contribuye a alimentar la arrogancia. Ya nadie escuchaba a los clientes ni a los empleados. Nos dormimos en los laureles y finalmente acabamos viéndonos superados por nuestros competidores».
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La Integridad y la Inteligencia Emocional
Dentro del marco de la inteligencia emocional, la integridad se relaciona estrechamente con dos competencias clave: el autoconocimiento y la autorregulación. La integridad implica conocer y ser fiel a los propios principios y valores, y tener la capacidad de controlar las emociones o impulsos que puedan desviarnos de ese camino.
- Autoconocimiento:
- La autoconciencia emocional es el primer paso para desarrollar integridad. Ser consciente de los propios valores, creencias y emociones ayuda a identificar lo que es importante y permite tomar decisiones en línea con esos principios. Las personas con un alto nivel de autoconocimiento son capaces de reconocer cómo sus emociones influyen en su comportamiento y si están actuando de manera coherente con su ética.
- Autorregulación:
- La autorregulación permite controlar emociones o impulsos que puedan tentarnos a actuar de manera contraria a nuestros principios. Ante situaciones de presión o estrés, la integridad requiere ser capaz de mantener la calma y actuar conforme a los propios valores, incluso cuando es difícil o cuando otras opciones podrían parecer más fáciles o convenientes en el corto plazo.
- Empatía:
- La empatía también está vinculada a la integridad, ya que actuar con ética implica tener en cuenta cómo nuestras decisiones afectan a los demás. Ser íntegro no solo se trata de ser fiel a uno mismo, sino también de ser justo y considerado con los sentimientos y derechos de otras personas. La integridad, junto con la empatía, crea un ambiente de respeto mutuo, lo que es crucial para las relaciones basadas en confianza.
La Integridad en la Vida Personal y Profesional
La integridad es especialmente importante en contextos donde las relaciones interpersonales juegan un papel central. En la vida personal, actuar con integridad fomenta la confianza y la autenticidad en las relaciones. Las personas con integridad no se sienten obligadas a esconder quiénes son o a comportarse de manera inconsistente según las circunstancias. Esto fortalece los lazos de confianza y permite construir relaciones más profundas y honestas.
En el ámbito profesional, la integridad es un rasgo valorado que contribuye a un liderazgo eficaz. Un líder íntegro genera confianza en su equipo, lo que promueve una cultura organizacional basada en la honestidad, la transparencia y la ética.
- Confianza: La integridad es la base sobre la cual se construye la confianza. Las personas que actúan con integridad son vistas como confiables porque cumplen sus promesas y se comportan de manera coherente con sus principios.
- Transparencia: La integridad exige transparencia en las decisiones y acciones. En un entorno profesional, los empleados y compañeros confían más en quienes actúan abiertamente y son honestos acerca de los desafíos, éxitos y errores.
- Responsabilidad: La integridad también implica asumir la responsabilidad de las propias acciones. En lugar de buscar excusas o culpar a otros, las personas íntegras aceptan las consecuencias de sus decisiones, lo que les da credibilidad y respeto en cualquier ámbito.
La Integridad Como Fundamento del Liderazgo Emocional
En el liderazgo, la integridad es una cualidad esencial para inspirar a los demás. Los líderes que practican la inteligencia emocional comprenden que su comportamiento tiene un efecto directo en la motivación y el rendimiento de sus equipos. La integridad en el liderazgo se manifiesta en varios aspectos clave:
- Coherencia: Los líderes con integridad actúan de manera coherente con los valores que promueven. No dicen una cosa y hacen otra. Esto crea un sentido de confianza y previsibilidad dentro de sus equipos.
- Justicia: Un líder íntegro toma decisiones justas, basadas en principios y no en preferencias personales. La percepción de justicia es esencial para mantener un entorno de trabajo saludable y equitativo.
- Inspiración: Al actuar con integridad, los líderes no solo dan el ejemplo de comportamiento ético, sino que también inspiran a los demás a seguir su ejemplo, creando una cultura organizacional donde la honestidad y la responsabilidad son valores centrales.
Desafíos de la Integridad en la Vida Moderna
En un mundo en el que muchas veces la presión por resultados rápidos o el éxito inmediato puede tentar a las personas a comprometer sus valores, mantener la integridad puede ser un desafío. Sin embargo, en el largo plazo, la integridad es lo que permite mantener relaciones auténticas y una reputación sólida.
- Presión Externa: Muchas veces las personas se ven tentadas a actuar de manera que no concuerda con sus principios debido a presiones externas, como las expectativas sociales, la competencia o las exigencias laborales. Aquí es donde la inteligencia emocional juega un papel crucial, permitiendo gestionar esas presiones y actuar de acuerdo con los propios valores.
- Tentaciones a Corto Plazo: Puede ser fácil optar por un camino más sencillo o que ofrezca beneficios inmediatos, aunque implique comprometer los propios valores. La integridad exige la capacidad de pensar en el largo plazo y en el impacto de nuestras acciones sobre nuestra identidad y las personas a nuestro alrededor.
- Dificultades para Ser Auténtico: En un entorno social o laboral que no siempre favorece la autenticidad, la integridad requiere coraje. Ser auténtico y fiel a los propios valores puede ser difícil cuando se teme al juicio o a las consecuencias de no conformarse con las expectativas externas.
Cómo Desarrollar la Integridad
- Reflexión Personal: Tomarse el tiempo para reflexionar sobre los propios valores y principios es esencial para desarrollar la integridad. Preguntarse qué es lo que realmente importa y si las acciones diarias están alineadas con esos valores es el primer paso para vivir con integridad.
- Practicar la Coherencia: Es importante esforzarse por actuar de manera coherente con lo que se cree y dice. La coherencia entre palabra y acción es lo que construye una reputación sólida y auténtica.
- Responsabilidad: Asumir la responsabilidad de los propios errores y aprender de ellos es una parte fundamental de la integridad. No se trata de ser perfecto, sino de estar dispuesto a enfrentar las consecuencias de nuestras acciones y a mejorar continuamente.