UN NUEVO MODELO DE APRENDIZAJE
La comprensión no basta
Existe una diferencia esencial entre el conocimiento enunciativo, que nos permite conocer un concepto y sus detalles técnicos, y el conocimiento procesual, que es lo que nos capacita para llevar a la práctica esos conceptos. Saber no es lo mismo que hacer, ya sea para tocar el piano, dirigir un equipo o dar un consejo en el momento adecuado.
La comprensión cognitiva de lo que hay que hacer no nos dice nada sobre la disposición de alguien a comportarse de un modo diferente ni sobre su motivación, su capacidad o el método que puede llevarle a dominar la nueva habilidad. Ayudar a la gente a dominar una competencia emocional exige, en consecuencia, una nueva comprensión del proceso del aprendizaje.
La última prueba
El conocimiento de una determinada competencia —es decir la mera comprensión intelectual de los conceptos implicados— puede simplificar mucho las cosas, pero comparado con los métodos que veremos en breve, tiene muy poco efecto en el cambio de conducta. La comprensión intelectual constituye un proceso umbral; necesario, tal vez, para el aprendizaje, pero insuficiente para propiciar un cambio duradero. El cambio profundo requiere la reestructuración de nuestros hábitos intelectuales, emocionales y de conducta más arraigados.
En la medida en que vamos adquiriendo nuestro repertorio habitual de pensamientos, sentimientos y acciones, las conexiones nerviosas en que se apoyan van fortaleciéndose hasta convertirse en los caminos prevalentes por los que se desplaza el impulso nervioso. De este modo, las conexiones menos habituales terminan debilitándose o incluso perdiéndose, al tiempo que se fortalecen aquéllas otras más utilizadas.
Ante una posible elección entre dos respuestas alternativas, la que disponga de una red neuronal más fuerte será la que gane. Y, cuanto mayor sea la frecuencia de una determinada respuesta, más sólidas serán las vías nerviosas que la sustenten. Cuando los hábitos han terminado aprendiéndose a través de incontables repeticiones, los circuitos nerviosos subyacentes se convierten en la opción por la línea de menor resistencia que se dispara de un modo automático y espontáneo .
Las competencias pueden ser consideradas como un has coordinado de hábitos, lo que pensamos, sentimos y hacemos para llevar a cabo un determinado trabajo. Y cuando estos hábitos son disfuncionales, reemplazarlos por otros más eficaces requiere de una adecuada práctica del mejor hábito (que termina fortaleciendo los circuitos más adecuados) y la inhibición del más ineficaz (que termina debilitando los circuitos más inadecuados, lo que los psicólogos denominan «extinción»). Finalmente, el nuevo hábito reemplazará al viejo como respuesta automática en situaciones claves .
Manual de Inteligencia Emocional
La prueba de que ha tenido lugar este tipo de aprendizaje —este proceso de «recableado»— de una competencia emocional reside en la forma en que la persona reacciona automáticamente en el momento en que lo necesita. De este modo, la prueba de que alguien como Henry ha llegado a dominar los fundamentos de las relaciones y de la cooperación llega en situaciones en las que debe realizar una elección crítica entre permanecer en su cubículo enfrascado en su trabajo o consultar con algún compañero que posea información y experiencia útil. El hecho de que saliera espontáneamente de su cubículo para acercarse a un colega —y lo hiciera eficazmente— sería el indicador de que habría terminado instaurando un nuevo hábito.
Un modelo diferente de aprendizaje
El adiestramiento técnico es fácil si lo comparamos con el desarrollo de la inteligencia emocional. Porque hay que decir que todo nuestro sistema educativo se centra en las habilidades cognitivas, pero adolece del aprendizaje de las competencias emocionales. En este sentido, las capacidades tales como la empatía o la flexibilidad difieren radicalmente de las capacidades cognitivas y dependen de regiones cerebrales diferentes.
Las capacidades exclusivamente cognitivas se asientan en el neocórtex, «el cerebro pensante», pero las competencias personales y sociales lo hacen en otras regiones cerebrales, en particular los circuitos que van desde los centros emocionales profundos — fundamentalmente la amígdala — hasta los lóbulos prefrontales, el centro ejecutivo del cerebro. Y el aprendizaje de la competencia emocional resintoniza estos circuitos.
El aprendizaje intelectual difiere en muchos sentidos de la conducta y, en consecuencia, los modelos didácticos de cada uno ellos también deberán ser diferentes. Tal vez el aula resulte el entorno más adecuado para el aprendizaje de las habilidades intelectuales y baste con leer o escuchar un concepto una sola vez para llegar a dominarlo. Así es como puede llegar a aprenderse, por ejemplo, el pensamiento estratégico y la programación de ordenadores, lejos del ajetreo de la vida laboral.
En cambio, el entorno más adecuado para el cambio de conducta es la vida misma, algo que exige práctica durante un largo tiempo. El aprendizaje escolar consiste fundamentalmente en la acumulación de información y comprensión en los bancos de memoria del neocórtex y éste aprende acomodando los nuevos datos e intuiciones a las estructuras de asociación y comprensión preexistentes, lo cual amplía y enriquece los correspondientes circuitos nerviosos.
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Principios clave del nuevo modelo de aprendizaje emocionalmente inteligente:
- Autoconciencia emocional: El primer paso en el proceso es ayudar a los estudiantes a identificar y comprender sus propias emociones. Esto permite que sean más conscientes de cómo las emociones afectan su comportamiento, decisiones y capacidad de aprendizaje. La autoconciencia también ayuda a identificar áreas de mejora y a reconocer patrones de comportamiento que pueden estar limitando su desarrollo.
- Ejemplo práctico: Utilizar ejercicios de reflexión o diarios emocionales donde los estudiantes registren sus emociones y cómo influyen en sus interacciones o su rendimiento académico.
- Regulación emocional: Una vez que los estudiantes son conscientes de sus emociones, el siguiente paso es aprender a manejarlas de manera adecuada. Esto implica desarrollar la capacidad de regular el estrés, la ansiedad o la frustración, para que las emociones no se conviertan en barreras para el aprendizaje.
- Ejemplo práctico: Introducción de técnicas de mindfulness o respiración para enseñar a los estudiantes cómo manejar situaciones emocionalmente cargadas, como exámenes o presentaciones.
- Motivación interna: Fomentar la motivación intrínseca es crucial para mantener a los estudiantes comprometidos y resilientes frente a los desafíos. El nuevo modelo se enfoca en ayudar a los estudiantes a encontrar un propósito personal en su aprendizaje, alentándolos a ver el valor a largo plazo de lo que están aprendiendo.
- Ejemplo práctico: Crear metas personales de aprendizaje que vayan más allá de los resultados académicos, como habilidades de resolución de problemas o la mejora de habilidades sociales.
- Empatía y habilidades sociales: El aprendizaje emocional también incluye el desarrollo de habilidades interpersonales, como la empatía y la comunicación efectiva. Estas habilidades son esenciales para colaborar con otros, resolver conflictos y construir relaciones saludables.
- Ejemplo práctico: Proyectos grupales que se centren no solo en el resultado académico, sino en la dinámica de grupo y en cómo los estudiantes se comunican y colaboran entre sí.
- Toma de decisiones responsable: El modelo incluye el aprendizaje de cómo tomar decisiones basadas en una comprensión clara de las emociones y valores personales, considerando tanto los beneficios inmediatos como las implicaciones a largo plazo para ellos mismos y para los demás.
- Ejemplo práctico: Situaciones simuladas o debates donde los estudiantes deban analizar casos o dilemas éticos, tomando decisiones informadas por su conciencia emocional.
Beneficios del nuevo modelo:
- Mejora del rendimiento académico: Los estudiantes emocionalmente inteligentes suelen estar más enfocados y son capaces de gestionar el estrés mejor, lo que lleva a una mejora en su desempeño académico.
- Resiliencia ante el fracaso: Al ser capaces de reconocer y manejar sus emociones, los estudiantes desarrollan una mayor resiliencia ante la adversidad, lo que les permite aprender de los errores en lugar de rendirse ante los desafíos.
- Relaciones interpersonales más sanas: Este modelo promueve un ambiente de aprendizaje colaborativo donde los estudiantes desarrollan empatía y respeto mutuo, mejorando sus habilidades para trabajar en equipo.
- Preparación para el mundo laboral: Las empresas valoran cada vez más las habilidades blandas, como la comunicación, la resolución de conflictos y la colaboración. El aprendizaje emocional prepara a los estudiantes para un entorno laboral que requiere tanto competencias técnicas como emocionales.
Implementación del nuevo modelo:
Este modelo puede aplicarse en diversos contextos educativos, desde las primeras etapas escolares hasta la formación profesional y universitaria. Para su implementación exitosa, es necesario un cambio en la estructura pedagógica, que integre actividades orientadas a la educación emocional junto con el contenido académico tradicional.
- Formación del profesorado: Es crucial que los docentes reciban formación sobre cómo enseñar y modelar la inteligencia emocional en sus aulas.
- Espacios seguros para la expresión emocional: Los centros educativos deben promover un entorno en el que los estudiantes se sientan seguros para expresar sus emociones y aprender de ellas.
- Evaluación integral: En lugar de centrarse exclusivamente en los resultados académicos, se debe evaluar también el desarrollo emocional de los estudiantes y su progreso en habilidades sociales.