Introducción. Tres disciplinas en colaboración

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El mundo cambia y con él, la ciencia. No siempre lo hacen a la misma velocidad, ni de la misma manera. Mientras que algunas personas no ven la necesidad del cambio, otras, sin embargo, se esfuerzan por que se produzca.

En las escuelas de negocios, un ejemplo que se utiliza para ilustrar nuestro comportamiento en un mundo cambiante y proponer modelos de actuación es el que John Kotter y Holger Rathgeber exponen en su libro Nuestro iceberg se derrite.

Esta fábula sobre una colonia de pingüinos emperador y su iceberg reproduce situaciones que vivimos en el día a día, incluso casi sin darnos cuenta, y trata de mostrarnos cómo debemos actuar en un entorno en constante cambio.

Sin desvelar muchos detalles para no diluir la emoción de aquellos que decidan leerlo, diremos que Kotter y Rathgeber nos explican cómo está transformándose el mundo y hasta qué punto podemos adaptarnos a ello y aprovechar una tras otra las nuevas coyunturas. La fábula trata determinados obstáculos que aparecen cuando nos enfrentamos al cambio, como las dificultades para percibirlo o la resistencia al mismo, y resalta los problemas más desafiantes y las soluciones más ingeniosas para superarlos, con el objetivo de que al final las personas alcancen unas condiciones mejores que aquellas de las que partían.

Todo comienza con un pingüino muy curioso llamado Fred, que empieza a advertir que algo no va bien. El iceberg en el que han vivido generaciones y generaciones de pingüinos no está entero: ha desaparecido un trozo. Empieza a investigar qué es lo que está pasando y descubre pruebas que indican que el iceberg se está derritiendo: de hecho ya ha aparecido una gran grieta en su interior, justo ahora que el crudo invierno se está acercando. Si no se hace nada, las consecuencias serán catastróficas. ¿Pero cómo actuar? Fred no es jefe, ni tiene autoridad alguna o poder de mando dentro de la colonia; sus predicciones del tiempo no gozan de credibilidad y el resto de los pingüinos no quieren escuchar a alguien que se preocupa constantemente. Solo añadiremos que Fred, por fortuna, no se queda de brazos cruzados.

Esta historia se estudia en las escuelas de negocios con el objetivo de lograr que las personas sean más competentes a la hora de manejar el cambio. Asimismo, induce a la acción, pues no deja indiferente a nadie, y cualquiera que lo lea se verá reflejado en alguno o algunos de sus personajes. Pues bien, esta enseñanza no es exclusiva del mundo empresarial. Se puede extrapolar a otros campos, como el científico. En el de la economía, en el último medio siglo, hemos presenciado el nacimiento y desarrollo de la economía conductual (behavioral economics), en la que se han unido la psicología y la economía para comprender mejor los factores que influyen en la toma de decisión económica, incluyendo aquellos elementos irracionales que forman parte del proceso de decidir y que dificultan la predicción del comportamiento económico. Más recientemente, y gracias a los avances científicos, sobre todo en las técnicas de neuroimagen, hemos vivido un cambio similar con la aparición de la neuroeconomía, que es la suma de la economía, la neurociencia y la psicología, tres disciplinas combinadas para dar respuesta a cuestiones de índole económica desde una perspectiva nueva, y que integra los conocimientos aportados por cada una de ellas.

En este volumen queremos explicar las modificaciones que se han producido en el estudio de la economía desde sus inicios como ciencia hasta llegar a lo que hoy conocemos con el nombre de «neuroeconomía».

Vea nuestro curso de Neuroeconomia

 

1. Economía: El Estudio de las Decisiones Racionales

Tradicionalmente, la economía ha analizado cómo las personas toman decisiones basadas en la maximización de utilidades y la asignación eficiente de recursos. Los economistas clásicos y neoclásicos creían que los individuos actuaban de manera racional, con plena información y capacidad para tomar decisiones óptimas. La teoría de la utilidad esperada y otros modelos matemáticos se desarrollaron sobre esta base.

Sin embargo, la economía conductual, liderada por figuras como Daniel Kahneman y Amos Tversky, reveló que las decisiones reales de los individuos a menudo se desvían de estos modelos racionales, mostrando que los sesgos cognitivos y las emociones juegan un papel fundamental.

2. Psicología: Sesgos Cognitivos y Emociones en la Toma de Decisiones

La psicología contribuye a la neuroeconomía al explorar cómo las emociones y los sesgos cognitivos influyen en las decisiones humanas. La psicología cognitiva y conductual ha mostrado que los seres humanos usan heurísticas o atajos mentales que a menudo resultan en errores sistemáticos en el juicio, como el sesgo de confirmación, el efecto anclaje o el efecto de framing.

Estas aportaciones de la psicología cuestionan la idea del «homo economicus» racional y sugieren que los individuos se ven influenciados por factores psicológicos en sus elecciones económicas.

3. Neurociencia: Procesos Cerebrales Detrás de las Decisiones

La neurociencia aporta a la neuroeconomía el estudio de los mecanismos cerebrales involucrados en la toma de decisiones. A través de tecnologías como la resonancia magnética funcional (fMRI), los neurocientíficos pueden observar cómo diferentes áreas del cerebro, como la corteza prefrontal (asociada con el pensamiento racional) y la amígdala (relacionada con las emociones), se activan durante la toma de decisiones económicas.

Estos estudios han mostrado que las decisiones no son puramente racionales, sino que involucran un equilibrio entre la razón y la emoción, lo que permite entender mejor por qué las personas toman decisiones aparentemente irracionales bajo ciertas circunstancias.

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