El Dominio de la Excelencia

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EL DOMINIO DE LA EXCELENCIA: LOS LÍMITES DEL CI

 

La paradójica importancia de la inteligencia emocional en aquellas disciplinas que exigen un mayor desarrollo cognitivo está ligada a la dificultad inicial que entraña acceder a ellas. En este sentido, el umbral de acceso a los dominios profesionales y técnicos se centra en torno a un CI de 110 a 120. Y la consecuencia de que todos los candidatos a ese listón tan difícil se hallen un 10% por encima de la media convierte al CI en una ventaja muy poco competitiva.

Nosotros no competimos con quienes carecen de la inteligencia necesaria para acceder y permanecer en el campo laboral que hemos elegido, sino con el selecto grupo de quienes han podido sortear la carrera de obstáculos en que se ha convertido el mundo de la educación, para superar los exámenes y los desafíos cognitivos que hay que vencer para poder acceder al campo laboral. Puesto que la inteligencia emocional no tiene todavía la importancia con que cuenta el CI como factor decisivo para acceder y desenvolverse en el campo laboral, existen más diferencias entre los profesionales en este dominio » blando » que en el del CI. Así pues, la diferencia entre quienes ocupan los polos superior e inferior de la escala de la inteligencia emocional es tan grande que hallarse en el extremo superior puede suponer una extraordinaria ventaja. De este modo, resulta ciertamente paradójico que las habilidades «blandas» tengan una importancia decisiva en el éxito profesional en los dominios más «duros».

El Segundo Dominio: La Experiencia

Supongamos que usted es el agregado cultural de la embajada de los Estados Unidos en un país norteafricano y recibe un telegrama de Washington ordenándole que proyecte una película sobre un político norteamericano que no goza de muy buena prensa en ese país. Es muy posible que, en tal caso, se halle atrapado en una especie de doble vínculo ya que, si cumple con ese mandato, puede ofender a los naturales del país pero, de no hacerlo, quienes se sentirían molestos serían sus superiores.

Esta situación no es, ni mucho menos, hipotética, sino un dilema que tuvo que afrontar uno de los agregados diplomáticos que participaron en el estudio de McClelland . Según decía: «Sabía que, si pasaba la película, el lugar se vería arrasado al día siguiente por centenares de estudiantes encolerizados. Sin embargo, en Washington creían que la película era pertinente y tuve que arreglármelas para proyectarla de modo que la embajada pudiera decir a Washington que había cumplido su deseo sin ofender, al mismo tiempo, a la gente del país».

¿Cuál fue, entonces, la solución? Proyectar la película un día de fiesta religiosa, cuando sabía que nadie acudiría a verla. Esta brillante muestra de sentido común ilustra perfectamente la inteligencia práctica, una combinación de destreza y experiencia. Así pues, aparte del CI son nuestras habilidades prácticas y las capacidades técnicas que podamos dominar las que determinarán nuestro desempeño cotidiano. Porque, independientemente de cuál sea nuestro potencial intelectual, es la pericia —es decir, el conjunto de conocimientos especializados y de habilidades prácticas— la que nos capacita para desempeñar adecuadamente un determinado trabajo .

Los médicos más competentes, por ejemplo, son aquéllos que tratan de ampliar continuamente sus conocimientos básicos manteniéndose al corriente de los nuevos avances y que, además, poseen un amplio poso de experiencia práctica acumulada que les ayuda a formular un diagnóstico certero y atender

La pericia es, en gran medida, una combinación entre el sentido común y los conocimientos y habilidades concretos necesarios para desempeñar adecuadamente un trabajo . La pericia se adquiere mediante el aprendizaje cotidiano y nos permite comprender los entresijos de una determinada profesión, un conocimiento real que sólo puede ser fruto de la práctica.

Por otra parte, la inteligencia práctica rara vez es el factor determinante de la excelencia de un trabajador «estrella».  La experiencia, en suma, no es sino un requisito umbral, porque las habilidades que diferencian a los supervisores más  sobresalientes en el dominio tecnológico    no son exclusivamente técnicas sino que, por el contrario, tienen que ver con la capacidad de relacionarse con los demás.

El Tercer Dominio: La Inteligencia Emocional

Sternberg cuenta el aleccionador caso de dos estudiantes, a quienes llamaremos Penn y Matt. Penn era brillante y creativo, un ejemplo de lo mejor que podía ofrecer Yale, pero tenía el problema de saberse excepcional y era, como dijo cierto profesor, «insoportablemente arrogante». Por esto, a pesar de sus muchas habilidades, Penn no solía caer muy simpático, especialmente entre quienes se veían obligados a trabajar con él. Aun así, su historial académico era espectacular y, cuando se graduó, fue requerido por multitud de empresas    que querían concertar entrevistas con aquel candidato aparentemente ideal. Pero en las entrevistas su arrogancia no tardaba en salir a relucir y acabó recibiendo una sola oferta en firme realizada por una empresa de segunda fila.

Matt era alumno de Yale y había llevado a cabo los mismos estudios que Penn y, aunque no era académicamente tan brillante como él, poseía evidentes aptitudes interpersonales que le hacían agradable a todo el mundo. Fue por esto por lo que, de las ocho entrevistas a las que acudió cuando terminó la carrera, acabó recibiendo siete ofertas de trabajo y acabó alcanzando el éxito en su campo profesional, mientras que Penn, por su parte, fue despedido de su primer empleo a los dos años.

Y es que Penn carecía de algo que Matt poseía, es decir, de inteligencia emocional.

Las habilidades de la inteligencia emocional son sinérgicas respecto de las cognitivas y los trabajadores «estrella» tienen unas y otras. Porque el hecho es que, cuanto más complejo sea un determinado trabajo, mayor es la importancia de la inteligencia emocional, aunque sólo sea porque su deficiencia puede obstaculizar el uso de la experiencia o la inteligencia técnica que tenga la persona.

 

 

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1. Los Pilares del Dominio de la Excelencia

El Dominio de la Excelencia se construye sobre cuatro pilares esenciales que integran las competencias de la Inteligencia Emocional:

1.1. Automaestría (Gestión Personal)

Es la base para alcanzar la excelencia personal y profesional. Incluye la capacidad de manejar las emociones y dirigirlas hacia metas significativas.

  • Habilidades clave:
    • Autoconciencia: Reconocer y entender las propias emociones y cómo estas afectan el desempeño.
    • Autorregulación: Mantener el autocontrol en situaciones complejas y ser adaptable.
    • Motivación intrínseca: Usar la pasión y el compromiso para alcanzar metas a largo plazo.

1.2. Conexión Empática

La habilidad para construir relaciones significativas y comprender profundamente a los demás.

  • Habilidades clave:
    • Empatía: Captar las emociones, perspectivas y necesidades de las personas.
    • Conciencia social: Leer y responder adecuadamente a las dinámicas grupales.
    • Gestión de relaciones: Crear conexiones basadas en la confianza y el respeto.

1.3. Influencia y Liderazgo

La capacidad de movilizar e inspirar a las personas hacia objetivos compartidos.

  • Habilidades clave:
    • Comunicación efectiva: Transmitir ideas con claridad, convicción y sensibilidad emocional.
    • Inspiración: Generar entusiasmo y compromiso en los demás.
    • Resolución de conflictos: Abordar desacuerdos de manera constructiva.

1.4. Sostenibilidad del Rendimiento

El mantenimiento constante de un alto nivel de desempeño sin comprometer el bienestar personal.

  • Habilidades clave:
    • Resiliencia emocional: Recuperarse rápidamente de los contratiempos.
    • Gestión del estrés: Utilizar técnicas para mantener el equilibrio emocional.
    • Aprendizaje continuo: Buscar oportunidades para crecer y mejorar.

2. Características del Dominio de la Excelencia

Una persona que alcanza este nivel demuestra:

  1. Autodirección: Es capaz de establecer y alcanzar metas claras, alineadas con sus valores y objetivos personales.
  2. Consistencia: Mantiene un rendimiento elevado incluso en situaciones de alta presión.
  3. Influencia positiva: Inspira y motiva a los demás a través de sus acciones y comportamiento.
  4. Adaptabilidad: Se ajusta con facilidad a los cambios y retos, viendo las adversidades como oportunidades para crecer.
  5. Compromiso con la calidad: Busca siempre mejorar y superar expectativas en todas las áreas de su vida.

3. Beneficios del Dominio de la Excelencia

3.1. A Nivel Personal

  • Incrementa el bienestar emocional y la satisfacción personal.
  • Facilita la toma de decisiones conscientes y alineadas con los valores propios.
  • Mejora la capacidad para manejar el estrés y mantener el equilibrio.

3.2. A Nivel Profesional

  • Potencia la efectividad en roles de liderazgo y toma de decisiones.
  • Mejora las relaciones interpersonales y la colaboración en equipos.
  • Conduce a un rendimiento sostenible y sobresaliente en el trabajo.

3.3. A Nivel Social

  • Genera relaciones más significativas y saludables.
  • Contribuye al desarrollo de comunidades y entornos más empáticos y colaborativos.
  • Inspira a otros a perseguir la excelencia.

4. Cómo Alcanzar el Dominio de la Excelencia

4.1. Cultivar la Automaestría

  • Practica la autoconciencia mediante la autoobservación diaria. Pregúntate: ¿Qué emociones siento y por qué?
  • Desarrolla estrategias de autorregulación, como técnicas de respiración o mindfulness.
  • Define metas personales basadas en tu pasión y propósito.

4.2. Desarrollar la Empatía

  • Escucha activamente a los demás, prestando atención no solo a las palabras, sino también a las emociones subyacentes.
  • Practica ponerte en el lugar de otros para comprender sus perspectivas y necesidades.
  • Busca retroalimentación honesta para ajustar tu enfoque y mejorar la conexión emocional.

4.3. Liderar con Influencia

  • Comunica tus ideas con claridad y conecta emocionalmente con tu audiencia.
  • Estimula la colaboración y el respeto mutuo en equipos o grupos.
  • Actúa como un modelo a seguir, mostrando integridad, empatía y resiliencia.

4.4. Practicar la Sostenibilidad Emocional

  • Incorpora hábitos saludables en tu rutina diaria, como el ejercicio, el descanso y la desconexión digital.
  • Aprende a decir «no» a demandas innecesarias para proteger tu equilibrio emocional.
  • Prioriza el aprendizaje continuo, buscando retroalimentación y formación en áreas clave.

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