El exceso de iniciativa

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El exceso de iniciativa

Pero la iniciativa debe hallarse adecuadamente equilibrada con la conciencia social , de otro modo puede acarrear consecuencias negativas imprevistas.

Los jefes que importunan a sus subordinados con detalles insignificantes pueden parecer dotados de iniciativa pero, de hecho, carecen de la más mínima conciencia del modo en que sus acciones influyen sobre los demás. Así pues, cualquier iniciativa desprovista de empatía —o de visión de conjunto— puede llegar a ser destructiva y caracterizar a los jefes de más pobre desempeño laboral.

LAS HABILIDADES PERSONALES

EL RADAR SOCIAL
La empatía empieza con uno mismo.
Como dijo Freud: « los seres humanos no pueden mantener un secreto porque, aun en el caso de que sus labios permanezcan sellados, hablan con la punta de los dedos y la traición se asoma a través de cada uno de sus poros ». La nerviosa inquietud de un negociador desmiente su expresión de desinterés; la estudiada indiferencia de un cliente que observa los precios en un concesionario de automóviles se contradice con el entusiasmo con que se aproxima al descapotable que más le gusta. Y ser capaz de captar estas señales emocionales resulta especialmente importante en aquellas situaciones en las que la persona tiene motivos para ocultar sus sentimientos, como ocurre cada día en el mundo de los negocios.

La esencia de la empatía consiste en darse cuenta de lo que sienten los demás sin necesidad de que lleguen a decírnoslo . Porque, aunque los demás pocas veces nos expresen verbalmente lo que sienten, a pesar de todo están manifestándolo continuamente con su tono de voz, su expresión facial y otros canales de expresión no verbal. Y la capacidad de captar estas formas sutiles de comunicación exige del concurso de competencias emocionales básicas como la conciencia de uno mismo y el autocontrol. Sin la capacidad de darnos cuenta de nuestros propios sentimientos —o de impedir que no desborden— jamás podremos llegar a establecer contacto con el estado de ánimo de otras personas.
La empatía es nuestro radar social.
La empatía asume diferentes grados que van desde la capacidad de captar e interpretar adecuadamente las emociones ajenas hasta percibir y responder a sus preocupaciones o sentimientos inexpresados y comprender los problemas que se ocultan detrás de otros sentimientos.

COMPRENDER A LOS DEMÁS

Percibir los sentimientos y puntos de vista de los demás e interesarse activamente por
sus preocupaciones.
Las personas dotadas de esta competencia:
• Permanecen atentas a las señales emocionales y escuchan bien.
• Son sensibles y comprenden los puntos de vista de los demás.
• Ayudan a los demás basándose en la comprensión de sus necesidades y sentimientos.

Más allá de la mera supervivencia, la empatía resulta esencial para llevar a cabo adecuadamente cualquier trabajo que exija una relación personal. La empatía resulta fundamental para el logro de la excelencia en todos aquellos casos que requieran de una lectura exacta de los sentimientos de los demás, desde el mundo de las ventas hasta el del consultorio, la psicoterapia, la medicina y el liderazgo.

Manual de Inteligencia Emocional

El arte de la escucha

«Cuando alguien está desesperado por hacer una venta no escucha —me dijo el jefe de ventas de una empresa de corredores de bolsa de Wall Street—. Y no hay nada mejor para las ventas que responder a una posible objeción diciendo: «Tiene usted razón, tendremos que reconsiderar este punto». Las cosas van mucho mejor cuando usted puede escuchar y empatizar con el punto de vista de su cliente.»

La escucha es uno de los factores fundamentales de la empatía y resulta esencial para el éxito en el mundo laboral.
Las personas que no pueden —o no quieren— escuchar suelen ser consideradas como indiferentes o poco respetuosas , lo cual, a su vez, provoca en los demás una pobre predisposición a la comunicación. Escuchar es todo un arte que comienza dando la sensación de que uno está dispuesto a hacerlo y, en este sentido, los jefes que mantienen una política de «puertas abiertas», que parecen accesibles o que hacen un alto en el camino para escuchar lo que los demás tienen que decirles encarnan a la perfección esta competencia. Y las personas que más facilidad tienen para hablar suelen ser también las que mejor escuchan.

La «escucha activa» consiste en ir más allá de lo que se dice, repitiéndonos lo que acabamos de oír hasta estar seguros de haber comprendido. Y la confirmación de que uno ha escuchado bien es que responde adecuadamente, aun cuando ello suponga llevar a cabo algún cambio en lo que esté haciendo. Pero hasta donde deberá ajustar este cambio según lo que le diga el otro es algo ciertamente controvertido.

EL DESARROLLO DE LOS DEMÁS

Darse cuenta de las necesidades del desarrollo de los demás y ayudarles a fomentar sus habilidades.
Las personas dotadas de esta competencia:

• Saben reconocer y recompensar la fortaleza, los logros y el desarrollo de los demás.
• Proporcionan un feedback útil e identifican las necesidades del desarrollo de los demás.
• Tutelan a los demás, dedican parte de su tiempo a la formación y la asignación de tareas que ponen a prueba y alientan al máximo las habilidades de éstos.

La formación y la tutoría aumentan el rendimiento de los trabajadores, al tiempo que consolidan la lealtad y la satisfacción con el trabajo, promueven los ascensos y aumentos de salario y disminuyen la tasa de migración laboral . El fundamento del éxito del proceso de formación laboral se asienta en una relación abierta y sincera. Ésta fue la conclusión de un estudio sobre cincuenta ocho altos ejecutivos, todos ellos vicepresidentes o presidentes de empresas cuyo volumen de ventas anual superaba los cinco mil millones de dólares, a quienes se preguntó por su experiencia al respecto. Estos ejecutivos procuraban ayudar a las personas que consideraban con un potencial elevado. Como dijo uno de ellos: « soy amable con aquéllos de los que sólo espero que hagan su trabajo pero siempre trato de ayudar a los de mayor talento ». Estas personas invertían la mayor parte de su tiempo de formación tratando de mejorar el desempeño laboral de sus subordinados, ofreciendo un feedback adecuado o subrayando las habilidades necesarias que debían desarrollar. Hablando en términos generales, sus conclusiones al respecto eran positivas, ya que sólo invirtieron un 5% de su tiempo en afrontar los casos de un pobre desempeño.

¿Cuál es la clave del éxito de estos tutores laborales? Los mejores formadores muestran un auténtico interés, son empáticos y comprenden a las personas a las que orientan. La confianza resulta esencial en este sentido porque cuando existe poca confianza en el formador, las advertencias se ven desatendidas. Y esto también sucedía cuando el formador era impersonal y frío o la relación parecía demasiado unilateral o centrada en uno mismo. Los formadores respetuosos, fieles y empáticos son los mejores . Pero cuando los trabajadores se resisten a los cambios o éstos son complejos, la experiencia resulta tan poco gratificante para los formadores que tienden a abandonar el esfuerzo.

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1. ¿Qué significa el exceso de iniciativa?

El exceso de iniciativa ocurre cuando una persona:

  • Toma demasiadas responsabilidades, incluso aquellas que no le corresponden.
  • Actúa sin consultar a los demás, ignorando opiniones o necesidades.
  • Sobrecarga su capacidad, llevándose más tareas de las que puede manejar.
  • Desplaza a otros, limitando su participación o autonomía.

Aunque puede parecer productivo, este comportamiento suele generar desequilibrios en equipos y relaciones, y puede conducir al agotamiento.


2. Relación entre exceso de iniciativa e inteligencia emocional

La inteligencia emocional puede ayudar a equilibrar la iniciativa excesiva a través de estas competencias:

  1. Autoconciencia:
    • Identificar las motivaciones detrás del impulso a actuar en exceso, como el deseo de control o la necesidad de reconocimiento.
    • Preguntarse: ¿Estoy tomando esta iniciativa por el bien del grupo o por una inseguridad personal?
  2. Gestión emocional:
    • Regular la urgencia de actuar, evitando decisiones impulsivas o innecesarias.
    • Ejemplo: Pausar y reflexionar antes de tomar una tarea adicional.
  3. Empatía:
    • Comprender cómo el exceso de iniciativa puede limitar o frustrar a los demás al no permitirles participar o contribuir.
    • Ejemplo: Considerar las habilidades y aspiraciones de otros antes de asumir tareas.
  4. Habilidades sociales:
    • Fomentar la colaboración, delegar tareas y permitir que otros asuman responsabilidades.
    • Ejemplo: Invitar a un colega a liderar un proyecto en lugar de hacerlo todo uno mismo.

3. Consecuencias del exceso de iniciativa

  1. Impacto personal:
    • Estrés y agotamiento: Sobrecargarse de tareas puede llevar al burnout.
    • Frustración: Al no recibir la misma implicación o esfuerzo de otros, se puede generar resentimiento.
  2. Impacto en las relaciones:
    • Conflictos: Otros pueden sentirse desplazados o poco valorados.
    • Desmotivación del equipo: Al monopolizar tareas o decisiones, se limita la participación de otros.
  3. Impacto en el desempeño:
    • Errores y falta de calidad: Asumir más tareas de las que se pueden gestionar eficazmente afecta los resultados.
    • Desorganización: La falta de delegación puede provocar un caos en las prioridades.

4. Estrategias para gestionar el exceso de iniciativa con inteligencia emocional

  1. Practicar la autoconciencia:
    • Reflexionar sobre las razones detrás del impulso de actuar.
    • Preguntarse: ¿Es necesario que tome esta iniciativa? ¿Estoy dejando espacio para que otros participen?
  2. Aprender a delegar:
    • Reconocer que no todo depende de uno mismo.
    • Identificar las fortalezas de los demás y asignar tareas de manera justa.
  3. Fomentar la colaboración:
    • Invitar a los demás a participar activamente en la toma de decisiones.
    • Ejemplo: Antes de iniciar un proyecto, preguntar: «¿Cómo creen que deberíamos abordar esto?»
  4. Establecer límites personales:
    • Reconocer las propias capacidades y no aceptar más tareas de las que se pueden manejar.
    • Practicar decir «no» de manera asertiva.
  5. Aceptar diferentes ritmos y estilos:
    • Entender que cada persona tiene su propio ritmo y enfoque para completar tareas.
    • Ejemplo: Respetar los tiempos de otros sin intervenir constantemente.
  6. Solicitar retroalimentación:
    • Preguntar a colegas o amigos cómo perciben el propio comportamiento.
    • Ejemplo: «¿Crees que tomo demasiada iniciativa en ciertos aspectos?»

5. Ejemplos de exceso de iniciativa y cómo equilibrarlo

  1. Ejemplo en el trabajo:
    • Un empleado toma la responsabilidad de todo un proyecto sin consultar al equipo.
    • Estrategia: Antes de actuar, convocar una reunión para asignar tareas de manera colaborativa.
  2. Ejemplo en el hogar:
    • Una persona decide organizar una reunión familiar sin consultar las preferencias de los demás.
    • Estrategia: Preguntar qué opinan los otros antes de tomar decisiones unilaterales.
  3. Ejemplo en un grupo de estudio:
    • Un estudiante realiza todas las tareas del grupo por temor a que los demás no cumplan.
    • Estrategia: Asignar roles claros y confiar en las capacidades de sus compañeros.

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