CONCIENCIA EMOCIONAL
Reconocer nuestras emociones y sus efectos.
Las personas dotadas de esta competencia:
• Saben qué emociones están sintiendo y por qué.
• Comprenden los vínculos existentes entre sus sentimientos, sus pensamientos, sus palabras y sus acciones.
• Conocen el modo en que sus sentimientos influyen sobre su rendimiento.
• Tienen un conocimiento básico de sus valores y de sus objetivos.
La conciencia emocional comienza estableciendo contacto con el flujo de sentimientos que continuamente nos acompaña y reconociendo que estas emociones tiñen todas nuestras percepciones, pensamientos y acciones, un reconocimiento que nos permite comprender el modo en que nuestros sentimientos afectan también a los demás. En el caso de los asesores financieros, por ejemplo, esto implica reconocer que sus propias emociones pueden afectar decisivamente —para bien o para mal— las interacciones que establecen con sus clientes. Las personas que destacan en este tipo de competencia son conscientes en todo momento de sus emociones, reconociendo con frecuencia el modo en que les afectan físicamente, y son capaces de expresar sus sentimientos sin dejar por ello de ser socialmente correctos.
Manual de Inteligencia Emocional
El flujo de los sentimientos.
El trasfondo de nuestra vida emocional discurre de un modo, parejo al flujo de nuestros pensamientos. En el fondo de nuestra conciencia siempre existe algún estado de ánimo aunque, por lo general, no nos percatemos de los sutiles estados de ánimo que fluyen y refluyen mientras llevamos a cabo nuestra rutina cotidiana. Los sentimientos inadvertidos de tristeza o alegría con que, nos despertamos, la leve irritación que puede provocar el frustrante ir y venir a nuestro trabajo y, en suma, los cientos y hasta miles de pequeñas y grandes emociones que van y vienen con los altibajos de cada día.
Pero la urgencia y la presión que caracterizan al mundo laboral actual hacen que nuestra mente se halle mucho más preocupada por la corriente de los pensamientos: planificando la
próxima tarea, sumergiéndonos en la tarea que se estemos llevando a cabo, preocupándonos por los deberes que todavía no hemos concluido etcétera. Así pues, para poder sensibilizarnos a este ruido subterráneo de estados de ánimo es necesaria una pausa mental, una pausa que muy rara vez nos permitimos. Nuestros sentimientos nos acompañan continuamente pero casi nunca nos damos cuenta de ellos sino que, por el contrario, sólo nos percatamos de nuestras emociones cuando éstas se han desbordado. No obstante, si les prestáramos la debida atención podríamos llegar a experimentarlas cuando todavía son muy sutiles y no irrumpen descontroladamente.
El ritmo de la vida moderna nos deja poco tiempo para asimilar, reflexionar y reaccionar. Nuestros cuerpos funcionan a un ritmo más lento y, en consecuencia, necesitamos tiempo para poder ser introspectivos, pero o bien no disponemos de él o bien no sabemos buscarlo. Es como si nuestras emociones dispusieran de su propia agenda pero nuestras agitadas vidas no les dejaran espacio ni tiempo libre y, en consecuencia, se vieran obligadas a llevar una existencia subterránea . Y toda esta presión mental acaba sofocando esa voz interna que constituye la más segura brújula para navegar adecuadamente por el océano de la vida.
Las personas incapaces de reconocer cuáles son sus sentimientos adolecen de una tremenda desventaja porque, en cierto modo, son unos analfabetos emocionales que ignoran un dominio de la realidad esencial para el éxito en todas las facetas de la vida, incluyendo, obviamente, el mundo laboral. En ciertas personas, esta «sordera» emocional constituye una especie de olvido de los mensajes que nos manda nuestro cuerpo en forma, por ejemplo, de jaqueca crónica, dolor lumbar o ataques de ansiedad. En el otro extremo se hallan las personas aquejadas de alexitimia , el término con el que los psiquiatras se refieren a quienes tienen una conciencia muy difusa de sus propios sentimientos, personas para las que el mundo externo es mucho más claro y preciso que su propio universo interno. Para ellos no existe una distinción clara entre las emociones agradables y las desagradables y, en consecuencia, manifiestan una vida emocional muy limitada que suelen caracterizarse por la ausencia de estados de ánimo positivos. Estas personas, en suma, no están en condiciones de apreciar los diferentes matices de la inteligencia emocional y son incapaces de hacer uso de sus sensaciones viscerales para guiar sus pensamientos y acciones.
Pero la conciencia de uno mismo es una habilidad que puede ser cultivada. En opinión de Edward McCracken , ex director general de Silicon Graphics y que hoy en día se dedica a investigar la capacidad de los empresarios para utilizar la intuición en la toma de decisiones: «En nuestra industria apenas tenemos tiempo para pensar. Es cierto que debemos cumplir con nuestros deberes, pero luego tenemos que confiar en nuestra intuición y no permitir que nuestro intelecto se inmiscuya en el proceso». Y, para ello, McCracken ha estado recurriendo sistemáticamente, durante los últimos diez años, a la meditación cotidiana.
Este enfoque constituye una vía tradicional para poder establecer contacto con esa voz interior más silenciosa y más profunda que son los sentimientos y que consiste, en suma, en tomarse el tiempo necesario para « no hacer nada ». En términos de productividad, «no hacer nada» no significa tan sólo dejar de trabajar sino también dejar de malgastar el tiempo con distracciones triviales como, por ejemplo, ver la televisión o, peor todavía, hacer alguna otra cosa mientras estamos viendo la televisión. «No hacer nada», por el contrario, supone dejar provisionalmente de lado todas las tareas orientadas a la consecución de algún objetivo y hacer algo que permita abrir nuestras mentes a una sensibilidad más profunda y silenciosa.
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1. ¿Qué es la conciencia emocional?
La conciencia emocional implica:
- Reconocer las emociones a medida que surgen.
- Entender las causas de esas emociones.
- Percibir cómo las emociones afectan nuestros pensamientos, comportamientos y decisiones.
No se limita a identificar emociones básicas (alegría, tristeza, ira, miedo), sino también a comprender emociones más complejas como la frustración, la gratitud o el alivio.
2. Importancia de la conciencia emocional
- Toma de decisiones efectiva: Las emociones influyen en nuestras elecciones. Reconocerlas nos ayuda a tomar decisiones más informadas y equilibradas.
- Gestión del estrés: Identificar las fuentes emocionales del estrés permite abordarlas de manera más efectiva.
- Relaciones saludables: Comprender nuestras emociones y las de los demás mejora la comunicación y fortalece los vínculos.
- Autoconocimiento: Nos permite explorar quiénes somos, qué nos motiva y cómo interactuamos con el mundo.
3. Niveles de conciencia emocional
La conciencia emocional se desarrolla en tres niveles principales:
- Reconocimiento básico: Ser capaz de identificar que estás sintiendo algo (por ejemplo, “me siento nervioso”).
- Comprensión de las emociones: Analizar por qué surge esa emoción y qué la desencadenó.
- Impacto de las emociones: Evaluar cómo esa emoción influye en tus pensamientos y comportamientos.
4. Cómo desarrollar la conciencia emocional
a) Escuchar tus emociones:
- Dedica tiempo a reflexionar sobre cómo te sientes en diferentes situaciones.
- Usa un «diario emocional» para registrar tus emociones y explorar qué las desencadenó.
b) Ampliar tu vocabulario emocional:
- Aprende a identificar emociones más allá de las básicas. Por ejemplo, en lugar de solo «triste», ¿es decepción, nostalgia o frustración?
c) Practicar la autoconciencia:
- Dedica momentos del día para preguntarte: «¿Cómo me siento ahora mismo y por qué?»
d) Observar las emociones de los demás:
- Presta atención al lenguaje corporal, el tono de voz y las expresiones faciales para comprender las emociones ajenas.
e) Usar la meditación y el mindfulness:
- Estas prácticas ayudan a conectarte con tus emociones en el momento presente sin juzgarlas.
5. Ejercicios para mejorar la conciencia emocional
- Rueda de las emociones: Usa una rueda de emociones para identificar y nombrar sentimientos específicos.
- Revisión emocional diaria: Antes de dormir, reflexiona sobre tres emociones principales que experimentaste y sus causas.
- Técnica de la pausa: Cuando te sientas abrumado, detente, respira y pregúntate qué estás sintiendo y por qué.
- Role-playing emocional: Reflexiona sobre cómo podrían sentirse otras personas en una situación específica.
6. Obstáculos comunes para la conciencia emocional
- Falta de vocabulario emocional: No tener las palabras para describir lo que sentimos puede dificultar la comprensión.
- Supresión emocional: Evitar reconocer nuestras emociones puede alejarnos de nuestra realidad interna.
- Confusión emocional: Experimentar emociones mixtas o contradictorias sin saber identificarlas.
Cómo superarlos:
- Educarse sobre emociones y su diversidad.
- Practicar la autocompasión para aceptar cualquier emoción sin juzgarla.
- Buscar retroalimentación de personas cercanas sobre cómo perciben tus emociones.
7. Beneficios de la conciencia emocional
- Mayor claridad mental: Las emociones no resueltas pueden nublar nuestra percepción; reconocerlas nos ayuda a mantenernos enfocados.
- Habilidades interpersonales fortalecidas: La conciencia emocional mejora nuestra capacidad para empatizar y comunicarnos de manera efectiva.
- Autocontrol mejorado: Ser consciente de nuestras emociones es el primer paso para regularlas de forma saludable.
- Mayor bienestar emocional: Conectar con nuestras emociones nos permite gestionarlas de manera que contribuyan a nuestra felicidad y equilibrio.