Según Kurt Erdmann, las alfombras de Oriente no se importaron a Europa antes del siglo XI I I .1
En efecto, en los cuadros de Giotto (1 266-1 337) aparecen alfombras presumiblemente de origen persa; posiblemente fue el primero en representarlas, seguido de Van Eyck (v. 1 390 – 1 441 ), Mantegna (1 435-1 506), Van Dyck (1 599-1 641 ) y Rubens (1 577-1 640). Las alfombras que adquirieron los europeos eran demasiado valiosas para ponerlas en el suelo, tal como se hacía en Oriente. Los términos usados en los inventarios venecianos muestran que las alfombras se ponían sobre mesas (tapedi da desco, tapedi da tavola) o arcones que servían de asiento (tapedi da cassa);1 las pinturas europeas confirman estos usos2 (véase el Retrato de un senador de L. Bassano).
Llegada a Europa
Se han conservado muchas alfombras (entre 1 .500 y 2.000) del periodo safavida, pero la datación y el establecimiento de la procedencia de estas alfombras es muy difícil. Aún se conservan muchas más de la era Qajar y Pahlevi. Las inscripciones (véase aquí) son una valiosa indicación para determinar los artesanos, los lugares de fabricación, los que hacían el encargo, etc.
Además, una vez que se ha fabricado una alfombra y permanece en un lugar determinado, permite identificar otras piezas relacionadas.
Los especialistas aceptan generalmente que fueron los Safavidas quienes hicieron evolucionar la producción artesanal de alfombras asegurada por las tribus nómadas al estado de « industria nacional », cuyos productos se exportaban a la India, al Imperio otomano y a Europa.3 La exportación de alfombras a Europa (a veces a través de la colonia portuguesa de Goa4 ) y al imperio Mogol (donde las alfombras persas estimularon la producción local) fue un negocio floreciente en el periodo safavida. Algunas alfombras safavidas fueron transportadas por la Compañía Holandesa de las Indias Orientales hacia Batavia, Ceilán, Malasia y Kochi, así como a la misma Holanda. Se hicieron a Persia algunos pedidos europeos para la confección de alfombras especiales: por ejemplo, el grupo de las « alfombras polacas » fue tejido sin duda alguna en Isfahán, pero algunas llevan el escudo de Polonia.
A partir de relatos de viajeros y otras fuentes textuales,5 parece que existían talleres de alfombras reales en Isfahan, Kashan y Kermán. Estos talleres producían alfombras para los palacios y mezquitas del Sah, y también para ser ofrecidas a los monarcas vecinos o a los dignatarios extranjeros, e incluso se realizaban piezas bajo pedido de la nobleza u otros ciudadanos. Quien hacía el encargo aportaba capital bajo la forma de materias primas y pagaba un salario a los artesanos mientras duraba el trabajo.