La Crisis Venidera en Inteligencia Emocional

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LA CRISIS VENIDERA

 

El auge del CI (cociente de inteligencia) y el declive del CE (cociente emocional)

Desde 1918, año de la I Guerra Mundial en que los reclutas del ejército de los Estados Unidos comenzaron a pasar en las pruebas de determinación del CI, la media del CI de este ha ascendido veinticuatro puntos, un aumento que también se fue observado en el resto de los países desarrollados. Las razones que permiten explicar este incremento hay que buscarlas en la mejora de la nutrición, el aumento de la escolarización y en la difusión de juegos didácticos como los rompecabezas y determinados programas informáticos (que fomentan el desarrollo de las habilidades espaciales, por ejemplo), y la reducción del tamaño de la familia (un dato, por cierto, que suele estar en relación con las puntuaciones más elevadas de los niños en el CI).

Pero, al mismo tiempo, asistimos a una peligrosa paradoja ya que, cuanto mayor es el CI , menor parece ser la inteligencia emocional . Es muy posible que el conjunto de datos más perturbadores en este sentido proceda de una investigación exhaustiva llevada a cabo entre padres y profesores que demuestra que la actual generación de niños padece más problemas emocionales y que, hablando en términos generales, suelen ser más solitarios, deprimidos, irascibles, desobedientes, nerviosos, inquietos, impulsivos y agresivos que la generación precedente.

 

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Lo que buscan los Empresarios

Una encuesta realizada entre empresarios revela que más de la mitad de los trabajadores carecen de la motivación necesaria para aprender y mejorar en su empleo. Cuatro de cada diez son incapaces de trabajar en equipo y sólo el 19% de los que se esfuerzan por alcanzar el nivel requerido para el trabajo demuestran tener suficiente auto disciplina en sus hábitos laborales.

Cada vez es mayor el número de empresarios que se quejan de la falta de aptitudes sociales de los nuevos trabajadores. En palabras de un ejecutivo de una importante cadena de restaurantes: «son muchos los jóvenes que, incapaces de aceptar las críticas, suelen adoptar una actitud sumamente defensiva y hostil cuando alguien les hace la menor observación sobre lo que están haciendo, reaccionando como si se tratara de un ataque personal». Pero este problema no afecta solamente a los nuevos trabajadores sino que también puede aplicarse a ciertos ejecutivos ya establecidos. En la sociedad de los años sesenta y setenta, la gente trataba de abrirse camino acudiendo a las universidades más adecuadas e intentando obtener las mejores calificaciones. Pero lo cierto es que el mundo se ha llenado de mujeres y hombres bien preparados que alguna vez fueron sólidas promesas pero que han terminado quedándose estancados —o, peor aún, que han perdido por completo el rumbo— a causa de sus importantes deficiencias en el campo de la inteligencia emocional.

En una encuesta de alcance nacional que trataba de determinar lo que demandan los empresarios de sus nuevos trabajadores, las competencias técnicas concretas no eran más

importantes que la habilidad subyacente para aprender el trabajo. Pero, además de esta cualidad, los empresarios enumeraban también las siguientes:

  • Capacidad de escuchar y de comunicarse verbalmente
  • Adaptabilidad y capacidad de dar una respuesta creativa ante los contratiempos y los obstáculos
  • Capacidad de controlarse a sí mismo, confianza, motivación para trabajar en la consecución de determinados objetivos, sensación de querer abrirse un camino y sentirse orgulloso de los logros conseguidos
  • Eficacia grupal e interpersonal, cooperación, capacidad de trabajar en equipo y habilidad para negociar las disputas
  • Eficacia dentro de la organización, predisposición a participar activamente y potencial de liderazgo.

Así pues, sólo uno de los siete rasgos más valorados por los empresarios tenía un carácter académico, la competencia matemática y las habilidades de lectura y escritura.

Otro estudio acerca de lo que las empresas buscan en los nuevos licenciados en gestión empresarial arroja también una lista muy parecida. En este último caso, las tres capacidades más valoradas son la iniciativa , la capacidad de comunicación y las habilidades interpersonales.

El Programador Desconectado

Dos programadores estaban explicando el modo en que llevaban a cabo su trabajo para satisfacer las necesidades de sus clientes. El primero de ellos dijo: «el cliente me pidió que todos los datos aparecieran en el formato más sencillo posible en una sola pantalla», de modo que consagró todos sus esfuerzos a lograr ese objetivo.

El otro, sin embargo, parecía tener problemas para abordar la misma tarea. No hizo mención alguna a las necesidades de su cliente y, en su lugar, se lanzó a una letanía plagada de terminología técnica: «el lenguaje compilador BASIC HP3OOO/3O resulta demasiado lento, de modo que tuve que intentarlo directamente con una rutina del lenguaje máquina». Dicho en pocas palabras, este programador prestaba más atención a las máquinas que a las personas. El primero de ellos sobresalía en el desempeño de su profesión y era capaz de diseñar programas fáciles de manejar, mientras que el segundo era, como mucho, mediocre, y establecía muy poco contacto con sus clientes. Por esto, cuando ambos fueron entrevistados siguiendo el método de McClelland — que trata de detectar las aptitudes que permiten identificar a los trabajadores «estrella» en cualquier entorno laboral—, el primero mostraba un elevado grado de inteligencia emocional, mientras que el segundo era un ejemplo perfecto de su carencia.

 

 

 

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1. Factores que Contribuyen a la Crisis Venidera en Inteligencia Emocional

1.1. Aceleración Tecnológica

La rápida evolución de la tecnología, incluyendo la automatización, la inteligencia artificial y las redes sociales, puede generar una desconexión emocional y un aumento de la ansiedad, tanto a nivel personal como organizacional.

  • Impacto emocional:
    • Aumento de la ansiedad por la obsolescencia de habilidades.
    • Sensación de aislamiento debido a la interacción digital en lugar de interpersonal.
    • Pérdida de identidad laboral por cambios disruptivos en el empleo.

1.2. Cambios Climáticos y Crisis Medioambientales

El cambio climático y las crisis medioambientales generan incertidumbre y miedo por el futuro, lo que afecta profundamente la estabilidad emocional de las personas y las comunidades.

  • Impacto emocional:
    • Estrés crónico debido a la preocupación constante por el futuro del planeta.
    • Desesperanza frente a la magnitud de los problemas ambientales.
    • Conflictos sociales relacionados con la distribución de recursos y responsabilidades.

1.3. Crisis Sociales y Políticas

El aumento de la polarización política y social, junto con las tensiones raciales, económicas y culturales, puede generar un entorno emocionalmente tenso y conflictivo.

  • Impacto emocional:
    • Frustración por la falta de soluciones efectivas a los problemas sociales.
    • Desconfianza en las instituciones y en los demás, afectando las relaciones interpersonales.
    • Sentimiento de impotencia ante los problemas sociales sin respuesta.

1.4. Inseguridad Laboral y Desigualdad Económica

El creciente desempleo y las disparidades económicas pueden aumentar la ansiedad y el estrés, contribuyendo a una crisis emocional tanto individual como colectiva.

  • Impacto emocional:
    • Preocupación constante por la estabilidad económica.
    • Miedo a perder empleos o enfrentar la pobreza.
    • Frustración por la falta de oportunidades laborales o económicas.

2. Cómo la Inteligencia Emocional Puede Ayudar a Enfrentar la Crisis Venidera

La Inteligencia Emocional (IE) se presenta como una herramienta clave para abordar esta crisis emocional futura. Desarrollar competencias emocionales permitirá a las personas y las organizaciones manejar las emociones de manera efectiva, adaptarse a los cambios y cultivar resiliencia en tiempos de incertidumbre.

2.1. Autoconciencia y Autogestión Emocional

La capacidad de reconocer y gestionar las propias emociones es crucial para reducir el impacto de la ansiedad, el estrés y la frustración que surgen durante situaciones de crisis.

  • Prácticas clave:
    • Mindfulness y meditación para reducir el estrés.
    • Reflexión personal sobre los pensamientos y emociones para entender mejor las reacciones ante la incertidumbre.
    • Técnicas de respiración y relajación para mantener la calma en momentos de crisis.

2.2. Empatía y Conexión Social

Desarrollar la empatía nos permite entender las emociones y perspectivas de los demás, lo que es crucial para fortalecer las relaciones interpersonales y sociales durante tiempos difíciles.

  • Prácticas clave:
    • Escucha activa y comunicación no violenta para mejorar el entendimiento mutuo y reducir los conflictos.
    • Redes de apoyo social para compartir preocupaciones y crear una sensación de comunidad.
    • Colaboración y apoyo mutuo en lugar de competir en tiempos de escasez.

2.3. Motivación y Resiliencia

La motivación intrínseca y la capacidad de recuperarse de los fracasos son esenciales para mantener el enfoque y seguir adelante, incluso cuando los desafíos parecen insuperables.

  • Prácticas clave:
    • Establecer metas pequeñas y alcanzables para crear sensación de progreso.
    • Fomentar el optimismo frente a la adversidad y ver los fracasos como oportunidades de aprendizaje.
    • Promover la adaptabilidad y flexibilidad, aprendiendo a ajustarse a las nuevas circunstancias rápidamente.

2.4. Habilidades Sociales y Liderazgo

En momentos de crisis, las habilidades sociales y de liderazgo son fundamentales para guiar a las personas, fomentar el trabajo en equipo y resolver conflictos.

  • Prácticas clave:
    • Desarrollar habilidades de resolución de conflictos y mediación para mantener la armonía social.
    • Inspirar y liderar con el ejemplo, mostrando empatía y resiliencia en la toma de decisiones.
    • Fomentar la cooperación y el trabajo en equipo, especialmente en tiempos de incertidumbre.

3. Preparación para la Crisis Venidera a través de la Inteligencia Emocional

Para mitigar el impacto de la crisis emocional que se avecina, es necesario adoptar una mentalidad proactiva en el desarrollo de la Inteligencia Emocional, tanto a nivel individual como colectivo:

  1. Educación emocional desde temprana edad: Incluir la IE en el sistema educativo para preparar a las futuras generaciones a manejar las emociones de manera eficaz.
  2. Capacitación en empresas y organizaciones: Implementar programas de IE para mejorar la resiliencia, comunicación y colaboración en entornos laborales, especialmente en tiempos de incertidumbre.
  3. Fomento de la resiliencia comunitaria: Crear redes de apoyo social y emocional dentro de las comunidades para enfrentar colectivamente los desafíos.
  4. Promoción del bienestar emocional: Ofrecer herramientas y recursos para el manejo emocional y el autocuidado en las instituciones, tanto en el ámbito personal como en el profesional.

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