Responsabilidad Social

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Responsabilidad Social

 

Va más allá de la propia responsabilidad del individuo, hace referencia a la responsabilidad que tenemos cada uno como miembros del grupo social, ya que de ello depende que el grupo funcione.

Segundo nivel: Factores o variables personales.

  • Personalidad: configuración pro social.
  • Socialización: Nada más nacer, iniciamos el proceso de socialización, de adaptación. Según vayamos construyendo nuestra historia (afectiva) nos orientamos hacia un tipo de conducta determinada.

Socialización Historia afectiva

Los niños nacen pre orientados socialmente, es decir, necesitan vínculos estables con algunas personas, las más cercanas.

Si los adultos les ofrecen conductas adecuadas se vinculan con ellos por medio del apego.

En esta experiencia relacional adquieren una confianza básica que les lleva al aprendizaje de las formas de comunicación y relación.

Los niños generalizan estas experiencias a otras relaciones sociales.

Si a lo largo de su historia afectiva las necesidades de relación son satisfechas de forma gratificante, serán personas orientadas hacia las conductas pro sociales y al altruismo.

La investigación de Main y George (1985) determina que los malos tratos condicionan las respuestas de los niños de modo que éstos tendrán respuestas que demuestran miedo. Los niños no maltratados no mostrarán actitud de consuelo hacia ellos, pero si lo harán otros que hayan sufrido lo mismo.

Tipos de disciplina.

Disciplina es el tipo de conducta que tienen los padres para regular las conductas de sus hijos. Los adultos, generalmente utilizan tres tipos de disciplina.

La afirmación de poder.

Se caracteriza por el uso de la fuerza física y la retirada de privilegios.

La retirada de amor.

Se caracteriza por una serie de técnicas que los padres utilizan, o bien ignorando al niño o diciéndoles que sólo dan problemas.

La inducción.

Es la más correcta y consiste en que el padre tiene que explicar al hijo por qué está mal esa determinada conducta. Sólo con el razonamiento se consigue una buena conducta.

Las conductas de inducción hay que aplicarlas desde la infancia, lo que conlleva que se desarrollen conductas pro sociales. Por la inducción se nos permite aclarar la naturaleza del conflicto, permite ponerse en el lugar del otro.

Se fomenta la empatía y se favorecen los sentimientos de culpa de modo que se favorece la integración en el grupo. A través de esta técnica se desarrolla la responsabilidad social y personal.

El sujeto solamente se desarrolla mentalmente explicándole el porqué de las cosas. Así aprende a razonar. Sólo desde la inducción se resuelven los problemas.

La afirmación de poder y la retirada de amor no favorecen el desarrollo del niño, en cambio, las técnicas inductivas consiguen una mejor internalización del deber, y esto se relacione de forma positiva y clara con la formación de la autoestima.

Tercer nivel: determinantes situacionales.

Es el nivel del que más estudios hay. Es el centro de interés más importante sobre las relaciones sociales.

  • Presencia o ausencia de espectadores.

La presencia de los observadores disminuye las conductas altruistas y su ausencia las facilita. La causa de la disminución está en que la presencia de observadores hace que la responsabilidad se diluya en los otros y que no tomen la iniciativa. También puede ser por el miedo a hacer el ridículo.

Otra causa es que se nos ha educado para hacer lo que vemos, para ocupar segundos puestos, a esperar a que otro tome la iniciativa.

  • Grado de ambigüedad y claridad de la situación de necesidad.

En situaciones confusas no estaremos seguros de que la persona necesite ayuda y entonces, por miedo a equivocarnos, no se la prestaremos. En cambio, si la situación es clara y alarmante, será fácil mostrar una conducta de ayuda.

La ayuda aumenta cuando hay signos externos claros de petición de ésta.

 

  • Factores relativos al beneficiario de la ayuda.

Se refiere a las atribuciones que hacemos de por qué una persona necesita ayuda. En función de estas atribuciones le ayudaremos o no. Si al sujeto se le hace responsable de la situación, no se le ayudará. Cada uno tiene lo que se merece y viceversa.

La ayuda que prestamos tiene un carácter funcional: mejora la situación porque el otro no puede.

Si considero que él sólo puede hacerlo y no quiere, no me haré responsable de su situación y no estableceré relaciones empáticas.

La conducta altruista no es compasiva, se necesita vivenciar con él el propio sufrimiento o carencia.

  • Relación entre el observador y la persona que necesita ayuda.

Ayudamos más fácilmente a aquellas personas con las que convivimos, personas que pertenecen al grupo social en el que vivimos. También es frecuente cuando existe una relación de tipo afectiva.

Además, en esta relación afectiva, siempre existe la capacidad de empatía (padre e hijos, amigos, relación de pareja…).

  • Personalidad, género y atractivo de la persona que necesita ayuda.

Personalidad: las personas que son simpáticas, más abiertas, son las que reciben más ayuda por parte de los que se relacionan con ellas. También son ellos los que están más predispuestos a darla.

Género: cambia según la edad. Los chicos y chicas de 12/14 años suelen ayudar más a aquellos de su mismo sexo y edad. Asimismo, tratándose de hombres adultos, es más frecuente la ayuda en el caso de que la necesite una mujer. Las mujeres adultas ayudarán por igual a todos.

Atractivo físico: las personas percibidas por un atractivo físico según nuestros gustos nos pondrán en predisposición de establecer con ellos más relaciones de ayuda.

  • Reacción previsible de la persona que necesita ayuda.

La respuesta de la persona a la que ayudamos será un factor situacional importante en nuestra actitud altruista. Hay personas que al sentirse ayudadas se sienten infravaloradas, por lo que rechazan la ayuda. Hay otras que creen tener un sentimiento de dependencia hacia esa otra que antes las ayudó, impidiendo que activemos nuestra conducta altruista.

Las personas con estado emocional alto, que se sienten bien y contentas son personas que tienden a ayudar más, que están más pendientes de los demás. El estado de ánimo negativo nos hace estar más pendientes de nosotros mismos y olvidarnos de la situación de los demás.

 

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